Page 95 - Deepak Chopra - Cuerpos sin edad, mentes sin tiempo.
P. 95
95
supervivencia y la disminución de fallecimientos por cualquier tipo de enfermedad en los hombres
mayores.
Como mayor evidencia, también se descubrió que los niveles de cortisol crecen notablemente
entre los que esperan ser sometidos a cirugía y se mantienen durante el día siguiente a la operación,
con una ligera elevación de la DHEA. Dos semanas después, el cortisol sigue alto, pero la DHEA ha
disminuido, apoyando la teoría de que la reserva de esta hormona ha sido reducida por la tensión
nerviosa.
La conclusión lógica de esta evidencia es que, si alguien puede mantener elevados sus niveles de
DHEA, su cuerpo debe de estar resistiendo al estrés y, con menos reacciones al estrés, se debería
retardar el envejecimiento. ¿Había allí una explicación de por qué quienes practicaban la MT
presentaban un menor envejecimiento biológico? Al parecer, sí; Glaser tomó a 328 meditadores
experimentados y comparó sus niveles de DHEA con los de 1.462 sujetos que no meditaban (para
mayor exactitud, buscó el nivel de sulfato de dehidroepiandrosterona, que guarda una estrecha
relación).
Clasificó a sus sujetos por sexo y edad. En todos los grupos de mujeres, los niveles de DHEA eran
más elevados entre quienes meditaban; lo mismo ocurría en ocho de los once grupos de hombres.
Como el nivel más alto de DHEA se presenta en las personas más jóvenes, Glaser interpretó esto
como prueba de que la edad biológica disminuía con la práctica de la MT. Lo interesante es que las
diferencias más marcadas se presentaban en los sujetos de más edad. Los meditadores mayores de
45 años tenían un 23 por ciento más de DHEA; las mujeres, un 47 por ciento más. Este
impresionante resultado no dependía de factores tales como la dieta, el ejercicio, el consumo de
alcohol ni el peso. En general, Glaser calculó que los niveles de DHEA eran, entre quienes
meditaban, equivalentes a los de personas que tuvieran entre cinco y diez años menos.
Conectando mente, cuerpo y espíritu
Si la DHEA resulta tan significativa como parece ahora, esta vinculación entre el antienvejecimiento y
la meditación es muy importante. Pero las implicaciones son aún más profundas. La meditación es
una práctica espiritual. Ésa es su finalidad en la India y en todo Oriente. Millones de occidentales
suponen, equivocadamente, que esto hace de la meditación algo no físico, algo que se hace dentro
de la cabeza. En verdad, nada está sólo en !a cabeza o sólo en el cuerpo. Cuando conocí a Su
Santidad Maharishi Mahesh Yogi, quien introdujo la MT en Occidente, me causó una profunda
impresión con una aseveración predominante: la espiritualidad no debe ser separada del cuerpo. La
enfermedad y la vejez representan la incapacidad del cuerpo de alcanzar su objetivo natural, que es
unirse a la mente en perfección y contento.
En todas las etapas del crecimiento espiritual, tu mayor aliado es tu cuerpo. ¿Esta afirmación te
sorprende? Casi todos suponemos que cuerpo y espíritu ocupan los extremos opuestos del espectro.
Cuando experimentamos sensaciones centradas en el cuerpo, como el hambre y la sed, el dolor y el
placer, no las consideramos experiencias espirituales. Con frecuencia creemos que la sensualidad,
que abarca todas las variantes del deleite físico es grosera comparada con las alturas que puede
alcanzar el alma. Pero la espiritualidad también debe ser sensual, pues la persona espiritual es la que
vive en plenitud el momento presente, y eso significa vivir plenamente en el cuerpo. Maharishi me
hizo ver que utilizar la meditación como medio para derrotar al envejecimiento era una legítima meta
espiritual.
Por desgracia, nuestra cultura ha cometido el error de decidir que el cuerpo humano es una
máquina, un inerte montón de materia que funciona sin inteligencia propia. Este erróneo concepto
llevó a una segunda equivocación: que las personas más espirituales son las que renuncian al
cuerpo, niegan sus pasiones o, cuanto menos, tratan de controlar sus deseos.
Este tipo de prejuicios contra el cuerpo es contrario a la manera en que nos creó la Naturaleza. La
Naturaleza equilibró mente, cuerpo y espíritu como cocreadores de nuestra realidad personal. No se
puede hacer hada, desde enamorarse a pronunciar una plegaria, pasando por metabolizar una
molécula de sacarosa, sin afectar todo lo que se es. El cuerpo es la plataforma que permite que toda
experiencia surja y vea la luz del día; es una proyección tridimensional de millones de procesos
individuales que se producen en cualquier momento, incluyendo un proceso tan profundo como llegar
a conocer la realidad de Dios.