Page 90 - Deepak Chopra - Cuerpos sin edad, mentes sin tiempo.
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Falta de control
Falta de salidas para la frustración
Cuando estos elementos están presentes, las situaciones inocuas pueden tornarse estresantes, a
veces sin guardar ninguna proporción con el estímulo en sí. Conducir en la autopista detrás de un
coche que serpentea destroza los nervios porque no puedes prever qué sucederá a continuación; lo
mismo ocurre si, estando en un aeropuerto, tu vuelo se demora indefinidamente. Ambas situaciones
contienen el elemento de imprevisión. Si te encuentras con que no puedes abrir tu automóvil, verte
obligado a esperar una hora hasta que llegue el cerrajero es muy frustrante, aun cuando sepas que
podrás abrirlo; generalmente supones que el automóvil está bajo tu control, pero súbitamente
descubres que no es así .También es enloquecedor enzarzarse en una acalorada discusión, sólo
para que el otro acabe dándote la razón de buenas a primeras; aunque hayas ganado la disputa, de
pronto te encuentras sin salida para tu enojo.
Es innecesario decir que la vida cotidiana está llena de situaciones semejantes; a medida que se
acumulan, interiorizamos el recuerdo de ellas, reforzando nuestras respuestas condicionadas. En una
serie de experimentos precisos, los investigadores del estrés han demostrado que no hace falta una
tensión exterior para provocar una respuesta al estrés, sino la simple percepción de inadvertencia,
falta de control y falta de salida para la frustración. Los experimentos se realizan con ratas a las que
se pone enjaulas pequeñas y se les aplican descargas eléctricas en condiciones diversas.
Imprevisión: Si se proporciona a las ratas una luz roja como advertencia de que se va a producir
una descarga, presentarán una respuesta menor al estrés, comparadas con ratas a las que no se les
da ninguna advertencia. La señal permite que los animales prevean la descarga y, quitada así la
ansiedad, el cuerpo puede relajarse. Las ratas sometidas a descargas imprevisibles deben
mantenerse siempre alerta, estado que activa el estrés.
Falta de control: Se somete a dos ratas a descargas iguales, pero una puede presionar una
palanca para disminuir la potencia de la descarga; la otra, simplemente, recibe una descarga al
mismo tiempo que el primer animal. Como la segunda rata no tiene ningún control sobre la situación,
presenta una respuesta al estrés más intensa, pese a que las descargas son iguales para ambas. En
una fascinante variación del mismo tema, se proporciona a una rata una palanca que debe presionar
para evitar la descarga. Si se le impide hacerlo, sufrirá una reacción al estrés aun cuando no se le
aplique ninguna descarga. Sólo recordar que antes tenía control crea una situación de estrés.
Falta de salidas para la frustración: Cuando se aplican descargas a ratas de laboratorio, exhiben
menos estrés si pueden roer un trozo de madera o atacar a otra rata. La misma reducción se
presenta si se les da algo para comer o beber, o una rueda en la que jugar.
Para millones de personas, la vida es tan frustrante que su única esperanza de aliviar el estrés es
comer y beber en exceso, mientras que sociedades enteras tratan de escapar de sus angustias
atacando a otros países. Estallan reyertas por asuntos que parecen triviales al observador, pero la
frustración y la falta de control son condiciones bajo las cuales vivir resulta muy penoso. Cuando
muere súbitamente alguien cercano a ti, el insoportable dolor de la pérdida se atasca en potentes
tensiones intangibles: no habrías podido prever la muerte, no habrías podido impedirla y, en muchos
casos, no parece haber manera de expresar de modo suficiente los sentimientos acumulados de
pérdida y abandono. Esto se torna especialmente doloroso si la persona a quien necesitas expresar
tus sentimientos es la que ha muerto.
En términos médicos, es grande la cantidad de enfermedades que se deben a estos elementos. El
doctor George Eagle, psiquiatra de la Universidad de Rochester, investigó 160 casos de muerte
súbita que no tenían explicación física: el 58 por ciento se produjo en un momento de duelo o pérdida;
el 35 por ciento en momentos de amenaza; sólo el 6 por ciento coincidía con un momento de placer.
No es la tensión en sí lo que resulta fatal, puesto que otras personas sobreviven a las mismas
pérdidas y a parecidas amenazas. Lo que falta es la capacidad de soportar la tensión. Esta
vulnerabilidad sobrepasa los factores físicos. Cuando una persona menor de 50 años muere de un
ataque cardiaco, por ejemplo, una de cada dos veces no se presenta ninguno de los factores de
riesgo clásicos: hipertensión, colesterol elevado y hábito de fumar. La primera clase de cáncer en
Estados Unidos, el cáncer de pulmón, se vincula directamente con el fumar, hábito que para la
mayoría es puramente una salida para las emociones frustradas, un placer utilizado tal como una rata
enjaulada utiliza el trozo de madera para roer.