Page 66 - Deepak Chopra - Cuerpos sin edad, mentes sin tiempo.
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TERCERA PARTE


                                      Para derrotar la entropía



         El material básico del cuerpo humano es sumamente frágil. Si aíslas a una sola célula y la dejas a la
         intemperie  en  un  templado  día  de  primavera,  se  marchitará  hasta  morir  en  cuestión  de  minutos.
         Dentro de cada célula hay una microscópica hebra de material genético, tu ADN, que es aún menos
         resistente.  Pese  a  que  tus  genes  son  segregados  por  el  núcleo  de  las  células,  todos  los  días  los
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         dañan la radiactividad, la luz ultravioleta , las toxinas químicas y la contaminación, las mutaciones del
         azar, los rayos X y hasta el mismo proceso de la vida. Cuando se metaboliza la comida en las células
         se  liberan  átomos  de  oxígeno  altamente  reactivos,  llamados  radicales  libres,  y  entre  los  muchos
         elementos químicos que dañan está el ADN.
            El  mundo  es  un  sitio  peligroso  para  la  vida;  si  miramos  más  allá  de  los  peligros  localizados  de
         nuestro  planeta,  hay  una  fuerza  cósmica  siempre  lista  para  destruir  la  vida.  Se  llama  entropía,  la
         tendencia universal del orden a descomponerse en desorden. La entropía surgió a la existencia en el
         instante mismo de la Gran Explosión: a partir de la creación del universo, el calor, la luz y todas las
         otras formas de energía se han ido disipando, extendiéndose en el tiempo a medida que el universo
         se  expande.  Esta  tendencia  a  diseminarse,  a  llevar  la  energía  a  zonas  menos  concentradas,  es  la
         entropía. La entropía es una flecha de un solo sentido. Cuando un automóvil viejo empieza a oxidarse
         y a descomponerse, el proceso no se puede revertir automáticamente. Del mismo modo, un cuerpo
         envejecido no rejuvenece automáticamente.
            Cuando   la materia y la energía se reúnen en patrones ordenados, la entropía sufre una derrota,
         pero  la  física  siempre  ha  sostenido  que  estas  «islas  de  entropía  negativa»  son  temporales,  aun
         cuando algunas de ellas (planetas, estrellas, galaxias) resistan muchísimo tiempo. Tarde o temprano
         las  estrellas  se  agotan,  los  planetas  pierden  su  impulso  orbital,  las  galaxias  se  disipan.  El  planeta
         Tierra es una isla de entropía negativa que se alimenta de la energía prestada por la luz solar; cuando
         la luz solar ya no exista, sucumbiremos a la entropía, enfriándonos hasta quedar sin vida. La entropía
         arrastra a todo el cosmos a su fin; entonces toda la energía se distribuirá parejamente en la vastedad
         del espacio. Esta «muerte del calor» última está a miles de millones de años, pero cada molécula se
         ve impulsada hacia ella. Algunos de los bloques constitutivos más fundamentales de la materia, tales
         como el protón, tienen una vida tan larga que tardan eones en decaer, mientras que otras exóticas
         partículas  subatómicas,  como  el  mesón,  surgen  a  la  existencia  física  unas  pocas  millonésimas  de
         segundo antes de desaparecer nuevamente. La ruptura del orden es inherente a la constitución física
         del universo; constituye el núcleo del motivo por el que nuestros cuerpos se deterioran y envejecen
         con  el  tiempo.  Si  queremos  derrotar  al  envejecimiento,  debemos  antes  aprender  a  derrotar  la
         entropía.

            Lo opuesto al caos

         El cuerpo humano existe en total desafío a la entropía, pues es increíblemente ordenado y capaz de
         aumentar   su  orden  con  una  complejidad  cada  vez  mayor.  ¿Por  qué  estamos  vivos,  pues,  para
         comenzar?   ¿Qué   fuerza  obra  contra  el  caos  para  afirmar  complejidades  de  orden  cada  vez  más
         elevadas? La creación del ADN humano, con sus millones y millones de bases químicas exactamente
         codificadas,  dependió  de  la  capacidad  de  elementos  químicos  menos  complejos  (aminoácidos  y
         azúcares)  para  permanecer   intacto  millones  de  años  y  persistir  en  la  construcción  de  cadenas
         moleculares   cada  vez  más  complejas.  Estas  estructuras  pudieron  derrumbarse  en  cualquier  mo-
         mento, disolviéndose nuevamente en la sopa cuántica. La fuerza de la entropía no hace excepciones;
         lo empuja todo hacia la disolución y el caos.
            En términos puramente materiales, la física no describe una fuerza que obre contra la entropía. Sin
         embargo, es obvio que el universo no se ha limitado a expandirse después de la Gran Explosión: ha
         evolucionado. Los átomos de hidrógeno primordiales que surgieron a la existencia poco después de
         la Gran Explosión no se contentaron con esa vida simple: aumentaron en complejidad hasta formar
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