Page 71 - Deepak Chopra - Cuerpos sin edad, mentes sin tiempo.
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radicales libres proporcionan un excelente ejemplo de entropía en funcionamiento, pues los cambios
que producen tienden a ser irreversibles y permanentes. La piel arrugada es menos ordenada que la
piel sin arrugas y, normalmente, no se repara a sí misma. Del mismo modo, cuando rompes un plato,
el daño sufrido por el plato es irreversible. Esto se debe a que la entropía sigue la flecha del tiempo.
Una vez que algo ordenado se descompone, la materia y la energía dispersas no volverán a reunirse
automáticamente. El futuro sólo ofrece más desorden: los trozos de la vajilla rota acabarán
rompiéndose en fragmentos más pequeños; la piel envejecida terminará por marchitarse y morir.
Paradójicamente, los radicales libres son necesarios para la vida. Químicamente, los radicales libres
del cuerpo son, en general, variaciones inestables del átomo de oxígeno (los ejemplos más comunes
son el peróxido de hidrógeno y el oxhidrilo) que varían con respecto a su progenitor estable por tener
una carga eléctrica adicional en el caparazón exterior. Esta alteración, aparentemente de menor
importancia, hace que los radicales libres quieran ligarse instantáneamente con las moléculas
cercanas a fin de compensar la carga extra y volverse estables. Por ende, un radical libre es, en
realidad, una parada temporal que lleva de una molécula estable a otra. La vida normal de esas
partículas inestables se puede medir en milésimas de segundo. Cada célula emite millones de estas
fugaces moléculas al procesar el oxígeno vital mediante la metabolización de la comida.
Si los radicales libres son tan perniciosos, ¿por qué los produce el cuerpo? Lejos de ser balas
perdidas que corren alrededor de la célula, los radicales libres juegan su parte en el equilibrio general
del cuerpo. En algunos casos resultan sumamente beneficiosos; las células blancas del sistema
inmunológico los usan para ligarse con las bacterias y los virus a fin de matar a estos invasores. En
ese papel, la tendencia de los radicales libres a ligarse con cuanto tengan a la vista nos salva la vida.
Para protegerse del daño, toda célula produce enzimas que degradan, neutralizan y desintoxican a
los radicales libres. Entre estos «depredadores de los radicales libres» se incluyen varios
antioxidantes (tales como superoxide dismutase y catatase) que pueden unirse a iones de oxígeno
altamente reactivos y tornarlos inocuos antes de que ataquen a una molécula vulnerable. Una vez
más, el verdadero tema en cuestión es el equilibrio entre creación y destrucción, no las moléculas ni
las reacciones químicas involucradas. En el origen mismo de la vida, con la aparición de una simple
bacteria, la Naturaleza ya había imaginado cómo contrarrestar a los radicales libres generando
enzimas antioxidantes. Si no se hubiera tomado esta precaución, el oxígeno de nuestra atmósfera
bien podría haber aniquilado la posibilidad de vida sobre la Tierra; en cambio, gracias a la inteligencia
celular que puja contra la entropía, el oxígeno hizo posible la vida.
Gracias al éxito del libro Life Extensión, publicado en 1983 por Durk Pearson y Sandy Shaw,
millones de personas se han familiarizado con la teoría del envejecimiento por radicales libres. La
premisa de su enfoque es que los radicales libres son los enemigos del cuerpo; por lo tanto, se insta
a los lectores a medicarse con una amplia variedad de antioxidantes. Sin embargo, el eminente
médico investigador japonés Yukie Niwa, leal defensor de la teoría de los radicales libres, ha
demostrado en el laboratorio que, si se trata un cultivo de células con antioxidantes, generalmente se
logra poco efecto en cuanto a reducir la producción de radicales libres. Menos efectivo aún Sería que
una persona tragara esos antioxidantes. Muchos serían anulados por los jugos digestivos en la boca,
el estómago y los intestinos, mucho antes de llegar a las células que deberían proteger.
Aun así, los prolongadores de la vida tragan todo tipo de antioxidantes bajo la forma de vitaminas,
aditivos y drogas de prescripción. Entre las preferidas figuran las vitaminas C y E (dos sustancias que
el doctor Niwa halló especialmente ineficaces al aplicarlas a células en tubos de ensayo). Lo irónico
es que los prolongadores de la vida tienden a ser personas muy atentas a la salud, de las que antes
consideraban que se debían prohibir los aditivos en el pan, las galletitas, los cereales y otros
alimentos elaborados. Ahora, para seguir los dictados de la prolongación de la vida, esas mismas
personas se encuentran ingiriendo conservantes tales como el BHT y el BHA en cantidades masivas,
comparadas con las pocas partes por millón necesarias para impedir que una hogaza de pan se
vuelva rancia en el estante del almacén.
Hay drogas más exóticas con propiedades antioxidantes como Hydergine, L-dopa y la
bromocriptina, ninguna de las cuales fue desarrollada originariamente con el propósito de demorar el
envejecimiento. Cada una de ellas es una droga potente, colmada de efectos colaterales, y puede
provocar daños permanentes si se toman en dosis excesivas o demasiado tiempo. La farmacia
prolongadora de la vida no se detiene allí. Agreguemos otros suplementos favoritos contra la vejez,
como el beta caroteno, todo el complejo de vitamina B, cinc y selenio, y estaremos supuestamente