Page 275 - La introduccion de la Segunda Venida de Cristo a Su Iglesia.indb
P. 275
La Tercera eTapa 269
58 Y luego, una vez yo andaba de cacería, que es para mí como una segunda naturaleza: me
fascina la cacería. Y andaba cazando con un muchacho, Jim Poole, un muchacho admirable.
Yo creo que su hijo asiste a la iglesia aquí, el pequeño Jim, y es una familia de personas muy
finas. Yo conozco a los Poole. Jimmy y yo dormíamos juntos y andábamos juntos desde que
éramos niños en la escuela. Tenemos como seis meses de diferencia, en la edad. Y a Jimmy se
le disparó su arma, y yo recibí el tiro en las dos piernas, así de muy cerca, con una escopeta.
Me llevaron al hospital, y ahí: postrado, muriendo, sin penicilina ni nada en aquellos días. Y
pues, me tenían sobre una sábana de hule. Y sé que aquella noche… Ellos me iban a operar a la
mañana siguiente.
59 Procedieron y limpiaron la herida, y con grandes pedazos de carne colgando, y tomaron
tijeras y me los cortaron, y yo tuve que agarrarme fuerte del brazo de un hombre. Y allí tenían
a Frankie Eich (él recientemente se suicidó), y tuvieron que forzar y abrir mis manos de sus
muñecas, cuando–cuando terminaron. Yo grité y lloré, y agarrado de esa manera, y ellos cortando
esa porción de la pierna. Yo tenía 14 años, apenas un muchacho.
60 Y esa noche procuré dormir, y ellos… Desperté porque algo salpicaba. Y allí había sangre,
me supongo eran casi dos litros, que había salido de las venas. Me habían tomado la radiografía,
y dijeron que el tiro [perdigones] estaba tan cerca de la arteria, en ambos lados, que un pequeño
rasguño la cortaría y me empezaría a desangrar. “Pues (pensé yo), hasta aquí llegué”. Y extendí
las manos así para levantarlas, la sangre me corría por las manos, y era mi propia sangre en que
estaba acostado. Llamé, soné el timbre. La enfermera vino y sólo la absorbió con una toalla,
porque no había ningún otro remedio.
61 Y a la mañana siguiente, bajo esas debilitantes condiciones —pues no hacían la transfusión
de sangre en aquellos días, ustedes saben—, y entonces me operaron. Y me suministraron éter.
Y cuando yo… (La antigua éter; supongo que recuerdan, era la anestesia antigua). Y bajo ese
éter, cuando volví en sí (estaba recuperándome del éter después de ocho horas, de la cantidad
que tuvieron que darme), ellos pensaron que no lo lograría, que yo no despertaría. Ellos no
conseguían despertarme.
63
(…) Cuando desperté de ese éter, algo me sucedió allí. Yo siempre he creído que fue una
visión. Porque, estando tan débil, y yo… Ellos pensaron que me moría, ella estaba llorando.
Cuando abrí los ojos, pudiendo mirar, la podía oír hablando, y luego me dormí otra vez; y
desperté dos o tres veces. Y entonces tuve una visión en ese momento. Y después tuve…
64 Como siete meses más tarde tuve que ir a que me sacaran perdigones y pedazos grasosos
de pantalón de las piernas, que el doctor no había sacado. Y entonces tenía la sangre infectada,
ambas piernas hinchadas y dobladas, y ellos querían cortarme las dos piernas hasta la cadera.
Y yo… Les dije: “No, mejor suban un poco más y córtenlas hasta acá arriba”. Ya no toleraba
más, ¿ven? Entonces por fin el Dr. Reeder y el Dr. Pirtle, de Louisville, hicieron la operación;
me cortaron y sacaron eso. Y hoy tengo piernas maravillosas, por la gracia de Dios.
Pero bajo la… La última visión que tuve…
65 La primera visión, cuando desperté, y entré inmediatamente como en un trance. Y pensé
que yo estaba en el infierno.
69
(…) Ahora, en esta ocasión, teniendo yo esta visión, y pensaba que había pasado de esta
vida al tormento.
70 Y siete meses después, aquí en el hospital del condado Clark, tuve la segunda operación.
Y en esa ocasión, cuando desperté, creí que estaba parado allá en el oeste. Tuve otra visión. Y