Page 32 - ESPERANZA PARA UN MUNDO EN CRISIS
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               Luego viene la cuestión del sello romano. Los soldados sellaron la tumba
               con un sello romano, que pretendía evitar cualquier intento de vanda-
               lizar la tumba. El sello simbolizaba el poder y la autoridad del Imperio.
               Cualquiera que intentara quitar la piedra de la entrada de la tumba rom-
               pería el sello y violaría la ley romana. Los romanos gobernaron Jerusalén
               con un brazo de hierro y no toleraban ningún desafío a su autoridad.
                  Usando la lógica, ¿alguien pensaría que los discípulos desafiarían la
               autoridad de Roma después de que el Gobierno romano condenó y eje-
               cutó a Jesús? ¿Dónde estaban los discípulos en ese momento? Estaban
               temblando de miedo, escondidos en el Aposento Alto. Pedro acababa
               de negar al Señor tres veces. En la Cruz, los discípulos abandonaron a
               Jesús y huyeron. Es ilógico pensar que esos discípulos infieles tendrían
               el coraje de violar el sello romano.
                  Además, hubiese sido necesario mover la piedra. En San Juan 20:1,
               las Escrituras informan: “El domingo por la mañana temprano, mientras
               aún estaba oscuro, María Magdalena llegó a la tumba y vio que habían
               rodado la piedra de la entrada”. Los arqueólogos han descubierto varias
               tumbas en la región de Jerusalén. En general, una piedra de sepultura
               como esta pesaba alrededor de dos toneladas. Estaba sitiada sobre una
               ranura a la entrada de la tumba, y se la hacía rodar por medio de una
               barreta para cerrar la tumba. La ranura a menudo no estaba nivelada,
               por lo que se hacía deslizar la piedra redonda por una pequeña pendien-
               te hasta el lugar correcto. Una vez cerrada, era extremadamente difícil
               quitar la piedra de la tumba, ya que tendría que rodar hacia arriba.
                  El escritor Josh McDowell presenta un argumento muy sólido cuan-
               do afirma que “se tomaron tantas medidas de seguridad en el juicio, en
               la Crucifixión, en el entierro, y en el cierre y el sellado de la tumba, así
               como en la protección de su tumba, que es difícil para los críticos defen-
               der su posición de que Cristo no resucitó de los muertos”. 3
                  Una de las mayores evidencias de la resurrección de Cristo es la
               transformación en la vida de los discípulos cuando comenzaron a pro-
               clamar poderosamente su resurrección. ¿A dónde fueron primero?
               Regresaron a Jerusalén, el mismo lugar del que habían huido. Con el
               tiempo, cada uno de estos discípulos, con excepción de Juan, sufrió la
               muerte de un mártir. Santiago fue decapitado. Pedro fue crucificado
               3   Josh McDowell, “Evidence For The Resurrection”, p. 2, disponible en <https://www.josh.org/wp-content/
               uploads/Evidence-For-The-Resurrection.pdf >, consultado el 29 de mayo de 2020.
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