Page 34 - ESPERANZA PARA UN MUNDO EN CRISIS
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                  Las mujeres no tenían respuesta a todas las preguntas. Estaban con-
               fundidas acerca de muchos de los acontecimientos del fin de semana y,
               sin duda, no tenían idea de cómo mover la piedra gigante que cerraba
               la tumba. Los guardias romanos indudablemente no estarían dispuestos
               a ayudarlas con esto. No tenían idea de cómo se resolvería el problema,
               pero sintieron el deber de hacer su parte y dejaron el resto a Dios. No
               tienes que tener todas las respuestas para hacer lo que Dios pone en tu
               corazón.
                  La fe no significa que entiendes todo, sino que puedes confiar en
               todo lo que Dios dice. La fe no es saber; es creer. La fe no es tener todas
               las respuestas; es tener la confianza en que Dios todavía nos ama y está
               haciendo todo por nuestro bien, incluso si apenas entendemos.
                  La historia de la resurrección de Jesús nos recuerda que, después de
               la oscuridad, siempre sale el Sol. La noche se convierte en día. En la hora
               de la oscuridad más profunda de tu vida, cree que Jesús, el Sol de justi-
               cia, brillará en tu existencia. No tienes que entenderlo. Solo cree. Cree
               que se preocupa por ti. Cree que te ama. Cree que él tiene en mente lo
               mejor para ti. Cree que la luz de Dios iluminará tu corazón. Jesús es la
               Luz del mundo y aleja la oscuridad.
                  Hay un giro extraño en la historia de la Resurrección. Encontramos
               esto en San Juan 20:11 al 17. “María se encontraba llorando fuera de la
               tumba”. Dos ángeles preguntaron: “Apreciada mujer, ¿por qué lloras?”
               Ella respondió: “Porque se han llevado a mi Señor, y no sé dónde lo han
               puesto”. Después de eso, “dio la vuelta para irse y vio a alguien que estaba
               de pie allí. Era Jesús, pero ella no lo reconoció”. Hay muchas personas
               que sienten que no saben dónde o cómo encontrar a Jesús. Lo más inte-
               resante es esto: María estaba buscando a Jesús, pero él estaba justo a su
               lado. Dios prometió que nunca dejaría a sus hijos. Hablando en nombre
               de Dios, el profeta dijo: “No tengas miedo, porque yo estoy contigo; no
               te desalientes, porque yo soy tu Dios. Te daré fuerzas y te ayudaré; te
               sostendré con mi mano derecha victoriosa” (Isaías 41:10).
                  En medio de las lágrimas, María no vio a Jesús, pero él estaba muy
               cerca de ella. ¿Dónde está Cristo cuando tienes la sensación de que no
               puedes encontrarlo? ¿Dónde está él cuando tu vida espiritual se ha se-
               cado y te preguntas adónde se ha ido? Él está a tu lado para fortalecerte,
               animarte y darte esperanza.
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