Page 35 - ESPERANZA PARA UN MUNDO EN CRISIS
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El descubrimiento de la vacuna definitiva 31
A primera vista, parece extraño que Jesús no se apareciera primero a
Pedro, Santiago, Juan y Mateo. ¿Por qué se le apareció a María? La res-
puesta es simple: ella tenía la mayor necesidad. Jesús siempre está con
nosotros, pero en el momento de nuestra mayor necesidad, permanece
muy cerca de nosotros. La primera lección transformadora en la historia
de la Resurrección es: ¡Alégrate! ¡Cristo ha resucitado! Ha amanecido.
La oscuridad se ha disipado. La esperanza ha llegado.
Hay una segunda verdad eterna que no podemos perder de vista. La
tumba está vacía. La muerte ha perdido. La vida ganó. Satanás no pudo
mantener a Jesús en la tumba. La resurrección de Cristo señala el día en
que Jesús vendrá y nuestros seres queridos también serán resucitados.
Es posible que hayas perdido a un ser querido en los últimos tiempos.
Al igual que María Magdalena, tus ojos aún pueden estar llenos de lá-
grimas, con un corazón roto y en medio de un profundo duelo. Pero no
olvides que la mañana de la Resurrección comunica esperanza. Esta rea-
lidad transmite coraje y habla de una nueva vida. Jesús tiene el antídoto
contra el virus del pecado. Él murió por nosotros. Él vive para nosotros.
Él regresará por nosotros.
Cada vez que Jesús confrontaba la muerte en el Nuevo Testamento,
la muerte perdía y él ganaba. Jesús enfrentó la muerte en la casa de Jairo,
el líder de la sinagoga. Cuando dijo las palabras: “¡Niña, levántate!”, la
muerte huyó (S. Marcos 5:41). La muerte pierde su poder en presencia
del Cristo viviente. Nuevamente, ante la tumba de Lázaro, en presencia
de Cristo, la muerte perdió y Jesús obtuvo la victoria. La tumba no pudo
contener al amigo del Maestro, cuando declaró: “¡Lázaro, sal de ahí!” (S.
Juan 11:43) Y en la tumba de Cristo, en la mañana de la Resurrección, la
muerte fue derrotada.
En la tumba de Cristo, esa mañana de la Resurrección, el último
enemigo fue derrotado, la mayor arma de Satanás fue destruida. La
muerte fue vencida. Ahora, nuestros corazones pueden latir llenos de
esperanza. Las palabras del apóstol Pablo resuenan en los pasillos del
tiempo: “Pero permítanme revelarles un secreto maravilloso. ¡No todos
moriremos, pero todos seremos transformados! Sucederá en un instan-
te, en un abrir y cerrar de ojos, cuando se toque la trompeta final. Pues,
cuando suene la trompeta, los que hayan muerto resucitarán para vi-
vir por siempre. Y nosotros, los que estemos vivos, también seremos