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INDIVIDUALISMO Y COLECTIVISMO

               Lo que en realidad une a los socialistas de la izquierda y la derecha es esta
               común hostilidad a la competencia y su común deseo de reemplazarla por
               una economía dirigida.Aunque los términos capitalismo y socialismo toda-
               vía se usan generalmente para describir las formas pasada y futura de la socie-
               dad, encubren más que ilustran la naturaleza de la transición que estamos
               viviendo.
                  Mas aunque todos los cambios que observamos llevan hacia una vasta
               dirección central de la actividad económica, el combate universal contra la
               competencia promete producir en primer lugar algo incluso peor en muchos
               aspectos, una situación que no puede satisfacer ni a los planificadores ni a
               los liberales: una especie de organización sindicalista o «corporativa» de la
               industria, en la cual se ha suprimido más o menos la competencia, pero la
               planificación se ha dejado en manos de los monopolios independientes que
               son las diversas industrias. Este es el primero, e inevitable, resultado de una
               situación en que las gentes se ven unidas por su hostilidad contra la compe-
               tencia, pero en la que apenas si concuerdan en algo más.Al destruir la com-
               petencia en una industria tras otra, esta política pone al consumidor a
               merced de la acción monopolista conjunta de los capitalistas y los trabaja-
               dores de las industrias mejor organizadas. Y, sin embargo, aunque esta
               situación existe ya desde hace algún tiempo en extensos sectores, y aunque
               mucha de la turbia agitación (y casi toda la movida por intereses) en favor
               de la planificación tiene esta misma finalidad, no es una situación que
               pueda probablemente persistir o justificarse racionalmente. Esta planifica-
               ción independiente a cargo de los monopolios industriales produciría, de
               hecho, efectos opuestos a los que proclaman los argumentos en favor de la



               intentado en otro lugar: véase Economica, 1940) que tales planes descansan en una ilusión y sufren
               una contradicción interna.Es imposible intervenir todos los recursos productivos sin decidir asimismo
               por quién y para quién serán utilizados.Aunque, bajo este supuesto socialismo competitivo, la plani-
               ficación por la autoridad central tomaría formas algo más indirectas, sus efectos no serían fundamen-
               talmente diferentes y el elemento competitivo apenas pasaría de una ficción. [Hayek se refiere a su
               artículo «Socialist Calculation: The Competitive “Solution”», op. cit. En el artículo, Hayek reseña y
               critica las propuestas del libro de H.D.Dickinson,Economics of Socialism (Londres:Oxford University
               Press, 1939), y de Oskar Lange y Fred M.Taylor, On the Economic Theory of Socialism, cit. Para más
               datos sobre el significado de la referencia de Hayek al «socialismo competitivo,» véase mi introduc-
               ción al presente volumen, pp. 49-52. —Ed.]

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