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Especial: Jorge Ninapayta de la Rosa


                     la unidad de signifi cados de los diversos elementos de la obra» (Tomachevski 1982: 179); desde esa
                     perspectiva, podemos afi rmar que la premisa egriana constituye la fábula tomachevskiana, es decir,
                     el «conjunto de los acontecimientos en sus recíprocas relaciones internas» (Tomachevski 1982: 183).
                     Según Tomachevski, para que exista fábula, debe haber «un nexo causal-temporal [que cohesione] el
                     material temático» (Tomachevski 1982: 182). La premisa, a la manera de Egri, precisamente, describe
                     la fábula de la historia narrada en un relato o drama.
                           Ahora bien, en un libro de cuentos, el tema o los temas resultan de los sentidos acumulados
                     en las fábulas desarrolladas en los relatos. Y en el libro que analizamos «están presentes los grandes
                     temas y las grandes oposiciones» (Llaque 2015b), pues «[h]ay una premisa básica que, cual columna
                     vertebral de la poética narrativa de Ninapayta, atraviesa los seis cuentos, y esta es: aun en la soledad
                     y en el barullo, aun en el fracaso o en el triunfo, el ser aspira a lo que Aristóteles llamaba el primer
                     motor, o el motor inmóvil, que es también, la causa fi nal del ser, y en Ninapayta ese motor inmóvil es
                     el amor, entendido este en sentido lato, es decir, la emoción primordial cuya presencia o ausencia
                     mueve a los seres humanos a comportarse como lo hacen a fi n de ser reconocidos» (Llaque 2015b).
                           En efecto, el otoñal modelo de pierna y expicafl or Lorenzo del Águila en «Que sigan los
                     éxitos» está buscando afecto del bueno, no del efímero, porque de ese ya tuvo bastante y lo
                     sigue teniendo con Perla; lamentablemente, el fi nal del relato sugiere que los días de soledad
                     de Lorenzo continuarán, que la vida plena seguirá su curso,
                     ajeno a él, al igual que el agua del caño: «Abrió más el caño,   En suma, el amor gravita
                     ahora  el  agua  caía  rebotando  y  salpicando,  un  chorro    poderoso en
                     potente y espumoso, puso las manos debajo y el agua casi    El arte verdadero...
                     las empujó y siguió de largo hacia abajo, por el sumidero,
                     como si  nada  pudiera  detenerla.  Permaneció  largo rato   No solo el amor de pareja,
                     viendo pasar el agua, bajar para perderse, sin que pudiera     ni su otra cara,
                     hacer nada por evitarlo» (Ninapayta 2015: 29-30).        el desamor, sino también
                           En su juventud, Lorenzo del Águila se tomaba muy       el fi lial, el amical.
                     en  serio  el  ofi cio  de  modelo  de  pierna,  a  tal  punto  que   Pero es un amor
                     entendía la profesión como un arte y postergaba el amor, a
                     diferencia de Patricio, el héroe de «El arte verdadero», que    malogrado.
                     es joven, aunque no tanto como su enamorada. Patricio sí
                     prioriza el amor y posterga el arte; el arte, en buena cuenta, es una forma complaciente de
                     sobrevivir para Patricio, pero no es un fi n en sí mismo. Tanto Patricio como Belinda son artistas,
                     pero Belinda halla la mística en el arte, no en el amor. Patricio la admira, porque ella apunta
                     a ser una artista verdadera, una que aspira a comprender los entresijos del arte serio; Patricio,
                     impotente, mira lejano el horizonte para arribar a esa meta, pues le falta formación y sensibilidad.
                     Por eso, cuando se presentan las circunstancias, Belinda no tendrá reparo alguno en postergar el
                     amor en aras del arte; entonces, Patricio quedará descolocado ante la vida: «Así quedó él solo y   11
                     de cara al orden de la noche, a los faroles, a las calles colmadas de transeúntes. Así era el arte,
                     pensaba, algo complejo, y pocos podían entenderlo, pues no era para cualquiera» (Ninapayta
                     2015: 55-56).
                           En mayor o menor medida, los protagonistas de los seis cuentos de El arte verdadero… son
                     artistas. Rumildo, el frustrado volador de «Todo es relativo», también lo es. Rumildo, exestudiante de
                     ingeniería, sabe que es imposible volar, pero lo intenta. Hay una parte de él que no funciona en
                     términos racionales. Deja un margen a lo místico o artístico. Se trata de los momentos en que siente
                     suspenderse en el aire. Lo más seguro es que su misticismo sea un pretexto para echar a andar su
                     espíritu autodestructivo. Cuando Rumildo despierta después de haber intentado una muerte segura,
                     se siente muy adolorido, pero al mismo tiempo esperanzado: existe la posibilidad de recuperar el
                     amor de su hijo.
                           En suma, el amor gravita poderoso en El arte verdadero…. No solo el amor de pareja, ni su otra
                     cara, el desamor, sino también el fi lial, el amical. Pero es un amor malogrado. Los artistas de El arte
                     verdadero… son perdedores en el amor. Y también en el arte: son artistas a medias. Y como personas
                     acusan hondas defi ciencias. El gran arte de Ninapayta ha consistido en hacer con esos contenidos y
                     con esos personajes arte de primera. Arte verdadero.
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