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Especial: Jorge Ninapayta de la Rosa
Por otro lado, en El otoño del patriarca (1975), de Gabriel García Márquez, el dictador eterno
es identifi cado con las características del dictador típico del Caribe. Este personaje construye un
poder absolutista, totalitario con el afán primero de hacer sufrir al pueblo. Este actor es una suma de
las características de autócratas reales como Gustavo Rojas Pinilla, Francisco Franco y Juan Vicente
Gómez de Venezuela.
Otra novela importante de los últimos años con este personaje es La Fiesta del Chivo (2000),
de Mario Vargas Llosa. Aquí, la historia del dictador Rafael Leónidas Trujillo se centra en sus últimos
días y es la encarnación de la autoridad y el terror para los ciudadanos. La fi cción es una muestra del
pasado hacia el futuro de una sociedad.
2. DICTADORES PERUANOS NOVELADOS
En el Perú se han escrito novelas que representan a personajes históricos reconocidos como
dictadores por el abuso del poder que ejercieron en la conducción del país, sea a través de un golpe
de Estado o, aunque elegidos democráticamente, mediante un giro hacia el verdadero interés de
enquistarse en el gobierno.
El primer ejemplo que nos interesa destacar es el que aparece en Conversación en La Cate-
dral (1969), del Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa, cuyas raíces se engarzan en la dictadura de
Manuel Odría. Además, la presencia del dictador se da través de otros actores literarios que cumplen
tareas encomendadas por el poderoso personaje, como Fermín.
Eduardo Huárag (2014) juzga que Mario Vargas Llosa es «sin lugar a dudas, el escritor que
recrea el universo complejo y sometido que se respira durante una de las dictaduras célebres del
Perú» (p. 15). Incluso el autor se preocupa de que un personaje refrende esta condición: «El tenien-
te ni siquiera bostezó durante el viaje; estuvo todo el tiempo
hablando de la revolución, explicándole al sargento que ma- Por otro lado, en
nejaba el jeep como ahora que Odría había subido al poder El otoño del patriarca, de
entrarían en vereda los apristas […]» (Vargas Llosa 2001: 45). Gabriel García Márquez,
Por su parte, Pedro Novoa afi rma que la novela «[n]o el dictador eterno es
trata de la dictadura directamente, sino de los efectos noci-
vos de esta en todos los diferentes estratos de la sociedad, identifi cado con las
signada por la descomposición moral y social de un país las- características del dictador
trado por la corrupción generalizada» (p. 200). Señala tam- típico del Caribe. Este
bién que Cayo Bermúdez «es el hombre fuerte de la dictadu- personaje construye un poder
ra que se vale de la extorsión de los medios, la intervención
telefónica para controlar a los amigos del régimen» (Novoa absolutista, totalitario con el
2016: 202). Asimismo, Miguel Ángel Barreto piensa que los afán primero de hacer sufrir
14 personajes permiten «advertir, o evidenciar, a nivel textual, al pueblo.
la apropiación de un sistema político-social a través de la su-
jeción y degradación de la moral» (Barreto 2016: 176). Y Segundo Castro García descubre que «con
el modo de actuar de Cayo y su estrategia para presentar la tranquilidad, la paz del gobierno se
funda, contradictoriamente, en cadenas de opresión y de terror» (2016: 219). Otro recurso de Cayo
Bermúdez para sostener el poder, es decir, la estrategia «consiste en el uso de dinero para sobornar
a los sindicatos, organizar mítines con multitudes falsas, obtener redes de información en las universi-
dades» (Castro 2016: 220).
Cambio de guardia (1976), de Julio Ramón Ribeyro (1929-1994), es otra novela que revela el
poder del dictador Manuel Odría, pero que no ha merecido la atención de la crítica en la justa me-
dida. Para James Higgins, es una obra «política que traza la historia de un golpe de Estado que lleva
a un militar al poder» (2006: 281).
De esta novela, Wáshington Delgado testifi ca que «si se observa bien se puede comprobar
que este libro de Ribeyro no trata propiamente de la dictadura misma sino del golpe de estado [sic]
que llevó al poder al general Odría, y que aún en este sentido el tirano es solo un personaje de segun-
do plano, bastante opaco y desvaído». Además, afi rma que «[l]o que importa verdaderamente es la
situación existencial en que se hallan y que los vincula y encadena aunque no se conozcan entre sí,
y aunque al parecer no se hallen ni remotamente vinculados» (1976, solapas).