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                      un cóndor gris con la espalda fulgurante, que no es otra cosa que su «espíritu», el cual solo
                      puede ser visto por gente que tiene «fuerza», lo que podría interpretarse como portadores del
                      Wamani  (Arguedas 1974: 57-59; 1982: 170, 179; 1987: 38, 41).
                  b)   El danzante de tijeras, sobre el cual se puede decir lo siguiente: es un tema permanente en la
                      obra de Arguedas, en quien manifi esta su gran admiración y asombro (Arguedas 1974: 57, 58;
                      1981a: 70, 71, 189; 1982: 54-59, 155, 157, 164; 1983b: 205-206); está protegido por los Wamanis y
                      Apus (Arguedas 1982:164; Rojas 2011: 16-18, 31, 48, 50, ss.); y, fi nalmente, hace de intermediario
                      entre el Wamani y la comunidad quechua (Arguedas 1982: 139). Todo esto es de conocimiento
                      común para los quechuas de Huancavelica, Ayacucho y Apurímac; de tal modo, Arguedas no
                      es más que partícipe de ello.
                  c)   El arpista «Lurucha», como músico es un personaje complementario al danzante de tijeras. Según
                      el cuento es sagrado, porque está hecho de «maíz blanco». El maíz blanco es un elemento
                      sagrado en los Andes, además de ser un alimento básico. En el cuento no se alude al violinista,
                      quien es parte de los músicos del danzante de tijeras.
                  d)   La familia del indio Pedro Huancayre (esposa y dos hijas), que es parte de la comunidad, no
                      tiene «fuerza» para ver al «espíritu» del Wamani (salvo la madre, que eventualmente adquiere
                      esta capacidad). La hija mayor ha sido vejada (salpicada por la porquería); la hija menor canta
                      a la muerte transitoria y a la renovación de su padre como danzante de tijeras.
                  e)   La comunidad o gente del caserío, también sin «fuerza» para ver al «espíritu» del Wamani, es
                      solamente público observador, puesto que la danza de las tijeras es un acto ritual o ceremonial
                      que debe ser observado por la gente de la comunidad, tal como sucede en Huancavelica,
                      Ayacucho y Apurímac.
                  f)   El «patrón» (de hacienda), cuyo poder le es dado por su caballo, símbolo de la  opresión iniciada
                      con la conquista (Garcilaso 1973: 175-178). Sin caballo no hace de verdadero oponente, pero
                      el caballo será eliminado por el dios Wamani, por eso crece con la renovación de los danzantes
                      de tijeras.


                                              ESQUEMA DE OPOSICIONES

                                                                                         CABALLO
                                   WAMANI                         OPONENTES
                                                                                 .................................................
                          (crece para matar al caballo)                         (el patrón sin caballo es solo
                                                                                 «excremento de borrego»)

                                     RASU ÑITI, ATOK´SAYKU
                   CÓNDOR GRIS     (portadores del «espíritu» del
                    (espíritu del          Wamani)                                       PATRÓN
                                           LURUCHA
           38        Wamani)        (sagrado, hecho de maíz)     OPONENTES      ..................................................
                                                                                    (opresor de indios)
                                                                                  (sin caballo no es nada)
                   Protagonistas sin «Fuerza» para ver al Wamani
                   - Público
                   - Familia


                  2. RASU ÑITI: SAGA DE LA DEFENSA DE LO ANDINO

                  «La agonía de Rasu Ñiti» (1962) marca un importante hito ―ya el más maduro― de la formación
                  literaria y antropológica, pero sobre todo de la formación ideológica de José María Arguedas.
                  El  Arguedas  escritor  (estudió  Literatura  en  la  UNMSM  1931-1937)  publicó  Agua  (1935)  y  Yawar
                  Fiesta (1941), además de algunos cuentos sueltos; y el Arguedas escritor y antropólogo (estudió
                  Antropología en la UNMSM 1945-1950) publicó Diamantes y pedernales (1954), Los ríos profundos
                  (1958) y El Sexto (1961), además de otro tipo de publicaciones (cuentos, poemas, trabajos de
                  antropología y recopilación), antes de publicar nuestro cuento en cuestión. Aun cuando manifi esta
                  que entre 1944-1949 vivió una etapa estéril, «neutralizado para escribir», debido a una crisis o
                  «dolencia psíquica contraída en la infancia» (Arguedas 1983a: 15), su formación antropológica
                  potenció en gran medida su producción intelectual.
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