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                        La religión católica solo servía a los patrones; no ofrecía esperanza alguna a los sufrientes indios.
                  En alguna medida, el cuento indio «El sueño del pongo» recopilado por Arguedas, en la dimensión
                  del deseo indio, invierte la condición de vida del hacendado y del indio: el sufriente en la Tierra
                  gozará eternamente en la otra vida.
                        Este mismo año, 1962, Arguedas publica su primer poema quechua: «Tupac Amaru Kamaq
                  Taytanchisman» (Arguedas 1984: 9-19), en el cual, de un lado, confi rma una vez más la presencia de
                  la muerte, la miseria y el despojo en los pueblos indios: «En los pueblos, con su corazón pequeñito,
                  están llorando los niños. / En las punas, sin ropa, sin sombrero, sin abrigo, casi ciegos, / los hombres
                  están llorando, más triste, más tristemente que los niños. / Bajo la sombra de algún árbol, todavía llora
                  el hombre» (p. 13); pero de otro lado, de manera esperanzadora, anuncia el alzamiento, el no miedo
                  a la balas ni a la muerte, la reconquista de Lima «cabeza de los falsos wiraqochas» (p. 15) y «miles de
                  pueblos ajenos» (ibíd.). Este anuncio de la llegada a Lima, es fundamental: la remoción del «inmenso
                  pueblo de los señores» (p. 17) para «convertirla en pueblo de hombres que entonen los himnos de las
                  cuatro regiones de nuestro mundo, en ciudad feliz, donde cada hombre trabaje, en inmenso pueblo
                  que no odie y sea limpio, como la nieve de los dioses montañas donde la pestilencia del hombre no
                  llega jamás» (íbíd.). Por fi n, como dijo la chichera grande de Los ríos profundos, se puede desafi ar a
                  los poderosos y sus armas: «¡Jajayllas balitas!» (Arguedas 1981a:188).
                        Ya para ese año, 1962, Arguedas tenía avances de Todas las sangres, novela publicada en
                  1964: «... la hice en dos etapas separadas una de otra por varios años» (Arguedas1983a: 81).

                          En mi tercer libro que es Todas las sangres yo lo que he hecho es esto: el Perú está ahora debatiéndose,
                          en este momento el mundo se debate entre dos tendencias: ¿Qué es mejor para el hombre, cómo
                          progresa más el hombre, mediante la competencia individual, el incentivo de ser uno más poderoso
                          que  todos  los  demás,  o  mediante  la cooperación  fraternal  de  todos  los  hombres,  que  es  lo  que
                          practican los indios? Esa es la alternativa que se presenta en Todas las sangres. […]. Entonces en Todas
                          las sangres está todo el Perú envuelto en esta lucha, y no solamente está el Perú sino un poco los
                          grandes poderes que manejan al Perú y a todos los países pequeños en todas las partes del mundo.
                          (Alegría y otros 1986: 239-240)

                        Esto signifi ca que Arguedas elaboraba «La agonía de Rasu Ñiti» simultáneamente a Todas las
                  sangres, novela de encuentros y desencuentros sociales, raciales, culturales, religiosos; pero sobre
                  todo de un gran encuentro histórico y político en el destino de nuestro país. Para el autor, su obra e
                  ideología ha ido creciendo, en tanto que se hacía más ampliamente inclusiva:

                          … estos tres libros [Yawar Fiesta, Los ríos profundos y Todas las sangres] han ido creciendo, pero la
                          doctrina que los sustenta es la misma, la doctrina que sustenta el autor es que el individualismo agresivo
                          no es el que va a impulsar bien a la Humanidad sino que la va a destruir, es la fraternidad humana la
           40             que hará posible la grandeza no solamente del Perú sino de la humanidad. Y ésa es la que practican
                          los indios y la practican con un orden, con un sistema, con una tradición […] (ídem, 240)


                        «La agonía de Rasu Ñiti»,  en  cuanto  a la cuentística de Arguedas,  ocupa un  lugar muy
                  especial, puesto que es muy singular respecto a los otros relatos. Casi todos son de corte realista,
                  por su condición testimonial: «Warma kuyay», de 1933; «Los comuneros de Ak’ola», «Los comuneros
                  de Utej-Pampa», «Kollkataj-pampa» y «El vengativo», de 1934; «El cargador» y «Doña Cayetana», de
                  1935; «La muerte de los hermanos Arango», de 1955; «Hijo  solo», de 1957; «El forastero», de 1964; y los
                  relatos de Amor mundo, de 1967. «La agonía de Rasu Ñiti» es una narración de fi cción fundada en el
                  símbolo inequívoco de la cultura y religiosidad quechuas: la  danza de tijeras. No vamos a tratar «El
                  sueño del pongo» (1965) porque consiste en una recopilación. Estos dos últimos relatos tienen la virtud
                  de mostrar el mundo indio venciendo en una dimensión religiosa andina («La agonía de Rasu Ñiti») o
                  religiosa católica después de la muerte («El sueño del pongo»).


                  3. RASU ÑITI Y LA COSMOVISIÓN ANDINA DE ARGUEDAS

                        La cosmovisión india de Arguedas se encuentra en cada uno de sus textos, sobre todo en
                  Los ríos profundos. Hasta el fi nal de su vida, como indígena por vivencia y por posición étnica, y hasta
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