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En este breve panorama también desta-
can otros títulos, como El Frontón (1966), nove-
la carcelaria del prolífi co Julio Garrido Malaver,
que retrata con crudeza las persecuciones po-
líticas y las torturas en la antigua isla prisión del
Callao. Manuel Pereyra Chávez (1906-1979) es-
cribió La revolución silenciada de Cajamarca.
Clarines y machetes (2010, póstuma), sobre los
acontecimientos revolucionarios sucedidos en
Cajamarca contra el gobierno de Leguía. El so-
cavón compactado (1990), de Noé Zúñiga, se
interna en las galerías del cerro Hualgayoc para
denunciar la explotación en que viven los mine-
ros. El realismo maravilloso de Los hombres que
parecen sombras (1994), de Andrés Díaz Núñez
(1943), revela la infl uencia de García Márquez,
pero recargada de personajes con anormalida-
des sexuales. El parto de Gloriabamba (2004),
de Genaro Ledesma Izquieta, es una novela his-
dependiendo de la costa, particularmente de tórica que da cuenta de la revolución aprista de
La Libertad, Lambayeque y Lima. Ante la ausen- 1932 y sus repercusiones en Cajabamba.
cia de una universidad, las familias citadinas en-
viaban a sus hijos a formarse profesionalmente 3. NUEVOS AIRES LÍRICOS
a Trujillo o a Lima. Asimismo, varios pobladores
rurales, empobrecidos por el analfabetismo, las Otros poetas también portarían nuevos aires.
formas de tenencia de la tierra y las sequías, se Nazario Chávez Aliaga (1891-1978) fue político
vieron obligados a migrar como peones a las ha- y periodista, colaborador de Amauta, autor de
ciendas azucareras costeñas, como Casagran- la monumental monografía Cajamarca (1957-
de. El canto anónimo del migrante y mitimae 1958) y de los poemas en prosa Parábolas del
era entonado en los yaravíes cajamarquinos. Ande (1928). Las voces múltiples de Chávez van
A pesar de que la literatura sobre estos temas no desde la exaltación indigenista al intimismo: «Es
era abundante, la denuncia sí llegó a la novela. tarde. La lluvia cae lenta; / las sombras han lle-
El lado social del migrante rural andino, gado hasta mis huesos; / con su martirio a cues-
la explotación en las haciendas, la abusiva ley tas / he tocado mi pecho: nadie, nadie; / he to-
del servicio militar y otras injusticias sociales se- cado mis ojos: sólo lágrimas […]».
rán tratados en novelas indigenistas, sociales o Algunas voces cajamarquinas se sumergi-
46 cholas como El pan prohibido (1959), de Alfonso rían en las tendencias vanguardistas siguiendo
Alcalde (1921-2013), y Los mitimaes (1957), de
las enseñanzas de González Prada y Mariátegui,
Mario Florián (1917-1999), galardonada con el para elevar aún más el vuelo poético y avivar
Premio Nacional de Novela. las discusiones literarias. Sus nombres fi guran en
La agitación política del primer tercio del varias antologías nacionales. Entre ellos se en-
siglo XX, los cruentos enfrentamientos entre gru- cuentra Guillermo Luna Cartland (1895-1972),
pos de bandoleros que asolaron el norte de la miembro de la Generación del Centenario, con
región hasta entrados los años treinta, la matan- Jorge Basadre, Luis Alberto Sánchez, Jorge G.
za de más de un centenar de campesinos en Leguía y Raúl Porras Barrenechea. Asimismo, Ar-
la hacienda Llaucán, dirigida por el prefecto y mando Bazán (1902-1962), poeta y narrador, au-
excombatiente de la guerra del Pacífi co, el co- tor del poemario La urbe doliente (1925). Bazán
ronel Belisario Ravines, junto con el controvertido participó en la organización de las universidades
hacendado y bandolero Eleodoro Benel, serán populares González Prada y las revistas Poliedro
los temas de la novela Fusiles y machetes (1960), y Amauta. De esta última tomamos estos versos
de Salomón Vílchez Murga (1907-1994), recor- suyos: «Se están muriendo lentamente / los puer-
dado también por el ser el impulsor del primer tos en los ojos tristes / de un solitario marinero en
Parque Nacional del Perú, San Andrés de Cuter- tierra». También tenemos a Anaximandro Vega
vo, establecido en 1961. (1903-1950), quien solo dejó un libro de poesía y