Page 31 - LOS PROTOCOLOS DE LOS SABIOS DE SION
P. 31

Promulgaremos  una  ley,  según  la  cual,  todos  los  antiguos  miembros  de  sociedades
              secretas deberán abandonar a Europa, centro de nuestro gobierno. Las resoluciones de
              nuestro  gobierno  serán  definitivas  y  sin  que  quepa  apelación  contra  ellas.  En  las
              sociedades cristianas en las que hemos sembrado tan profundas raíces de discusiones y
              protestas,  no  se  puede  restablecer  el  orden,  sino  por  medidas  muy  severas  y  que
              manifiesten  un  poder  inflexible;  es  inútil  tomar  en  cuenta  el  número  de  víctimas  que
              caigan en vista del bien que de tales castigos ha de resultar.

              El  deber  de  todo  gobierno  que  tiene  conciencia  de  su  personalidad  y  de  su  ser  es  no
              solamente gozar de los privilegios, sino cumplir los deberes que como gobierno tiene y
              procurar el bien común, aunque sea a costa de enormes sacrificios. Para que un gobierno
              sea verdaderamente fuerte, inconmovible, es necesario que haga brillar el prestigio de su
              poder, lo que no se obtiene sino por la inflexibilidad majestuosa de su fuerza, que ha de
              llevar consigo las señales de la inviolabilidad mística de la elección divina.

              Tal era hasta hace poco tiempo la autocracia rusa, que constituía nuestro único enemigo
              serio en el mundo con el Pontificado de la Iglesia Católica. Recordad el ejemplo de Italia
              inundada de sangre, que no tocó, sin embargo, un solo cabello de la cabeza de Sila que
              tanta de esa sangre había derramado. Sila, a los ojos del pueblo, era como un Dios por su
              poder;  y,  a  su  audaz  regreso  a  Italia,  ese  pueblo  martirizado  por  él,  lo  deificó,  lo  hizo
              intocable... Así el pueblo no se atreve a tocar a quien ha sabido hipnotizarlo por su valor y
              su fuerza de voluntad.

              Mientras llega el tiempo de nuestra dominación, crearemos y multiplicaremos las logias
              masónicas  en  todos  los  países  del  mundo,  atraeremos  a  ellas  a  todos  los  que  son  y
              pueden ser agentes aptos. Estas logias formarán nuestro principal centro de enseñanzas
              y el medio mejor de nuestra influencia y difusión de nuestras actividades. Concentraremos
              todas  esas  logias  en  un  gobierno  solamente  conocido  por  nuestros  sabios.  Las  logias
              tendrán su representante, detrás del cual quedará oculto el gobierno de que hablamos, y
              ese representante será el que dé la palabra de orden y el programa. Formaremos en esas
              logias el núcleo de todos los elementos revolucionarios y liberales.

              En  su  composición  caben  como  elementos  todas  las  clases  sociales.  Los  proyectos
              políticos más secretos nos serán conocidos y caerán bajo nuestra dirección aun antes que
              aparezcan. En el número de miembros de esas logias estarán casi todos los agentes de
              policía nacional e internacional (como sucedió en el asunto Azeff), pues sus servicios son
              insustituibles para nosotros; la policía puede no solamente tomar providencias contra los
              recalcitrantes,  sino  también  encubrir  y  solapar  nuestros  actos,  crear  pretextos  de
              descontento,  etc..  Los  que  ingresan  en  las  sociedades  secretas,  de  ordinario  son  los
              ambiciosos,  los  aventureros,  y  en  general, hombres  ligeros  en  su  mayor parte,  con  los
              cuales no tendremos dificultad para ponernos de acuerdo para la realización de nuestros
              proyectos.

              Si se producen desórdenes, esto será indicio de que tenemos necesidad de provocarlos
              para destruir una solidaridad excesiva. Si surge algún complot en su seno, al que hay que
              señalar  como  verdadero  autor  no  hay  que  ir  a  buscarlo  sino  entre  nuestros  más  fieles
              servidores.  Es  natural  que  sea  alguno  de  nosotros,  pues  nadie  más  que  nosotros
              manejamos los asuntos de la masonería, porque sabemos a dónde vamos, conocemos el
              objetivo final de toda acción, mientras que los Gentiles nada saben, ni aun del resultado
              inmediato; ordinariamente se contentan con un éxito momentáneo de amor propio en la
   26   27   28   29   30   31   32   33   34   35   36