Page 298 - El Islam cristianizado : estudio del "sufismo" a través de las obras de Abenarabi de Murcia
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        1.* Permanecer de asiento en habitación oscura y reducida; 2.  Practi-
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       car continuamente la ablución ritual. 3.  Recitar continuamente la jacu-
       latoria: "No hay más Señor que Dios." 4." Vaciar el pensamiento de to-
                                           a
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       da preocupación mundana. 5. Ayunar continuamente. 6. Guardar ab-
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       soluto silencio, salvo la recitación de dicha jaculatoria. 7.  Vigilar aten-
       tamente al corazón del director espiritual, buscando en él la medicina
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       de la propia intención [9] y la ayuda. 8. Abandonarse a Dios sin resis-
       tencia, sea cualquiera la cosa que le envíe: !a desolación o el consuelo,
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       el dolor o el bienestar, la salud o la enfermedad. 9. No poner la vista
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       en cosa alguna, excepto Dios.  10.  Soportar con paciencia las pruebas
       duras, que son: comer poco, lo preciso tan sólo para que el cuerpo no
       enferme y conserve las fuerzas indispensables para la oración; dor-
       mir poco, de modo que no recueste su cuerpo sobre la tierra; ocupar
       el corazón en la oración, de modo que de ella no se distraiga ni un
       instante; permanecer constantemente en la soledad, sin salir del retiro
       más que para la ablución ritual, para hacer sus necesidades y para la
       oración en común y la del viernes.
                   Artículo sobre el método de orar.
          La oración preferible es: "No hay más Señor que Dios", pues en
       ella se contiene la negación de todo lo que no es Dios y la afirmación
       de la presencia de Dios. Cuando quiera, pues, orar, haga la ablución
       ritual, arrepiéntase de todos sus pecados, purifique sus vestidos y sién-
       tese con las piernas cruzadas, dentro de la celda; y orientado hacia la
       alquibla, poniendo ambas manos sobre las rodillas y con los ojos ce-
       rrados, comience el rezo de la jaculatoria, con profundo respeto de la
       Majestad divina, de modo que pronuncie  la parte primera "No hay
       más Señor" como si la sacase de debajo del ombligo y profiera des-
       pués la otra parte "sino Dios" encima del corazón, a fin de que su
       influencia llegue a todos sus miembros y en ellos quede grabada. Si
       alguna idea extraña le sobreviene a la mente, rechácela con la negación
       del "No hay más Señor" y sustituyala con la afirmación "sino Dios",
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