Page 372 - El Islam cristianizado : estudio del "sufismo" a través de las obras de Abenarabi de Murcia
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La oración ritual          361
                3.°_ARTICUL0 SOBRE LA ORACION RITUAL  "

          Cuando hagas la ablución previa, procura hacerla con todos los
        requisitos canónicos,  sin omitir ninguno de  los que son discutibles
        para las diferentes escuelas ortodoxas; antes bien, debes cumplirlos
        todos, de tal manera, que tu ablución sea la más perfecta y cumpli-
        da que cualquiera pudiese hacer para orar. Al iniciar cada uno de
        los movimientos  rituales que acompañan a  la ablución,  dirás: "En
       el nombre de Dios." Lávate las manos místicamente, privándolas de
       todas las cosas del mundo. Enjuágate la boca con  el ejercicio de las
       jaculatorias y  la lectura alcoránica. Aspira,  al lavarte  la nariz,  los
        aromas divinos, y al expulsar de ella  el agua, arroja de tu alma  la
       soberbia, mediante la interior humillación. Lávate la cara con la ver-
       güenza de haber ofendido a Dios; y tus brazos hasta el codo, con la
       virtud del abandono a su providencia. Unge tu cabeza con  el senti-
       miento de tu vileza, de tu pobreza y de tu humildad, y tus oídos con
       la audición atenta de la voz interior y el seguimiento de sus más per-
       fectas sugestiones. Lávate los pies para hollar dignamente  el monte
       santo de la contemplación, y en seguida, alaba a Dios con las jacu-
       latorias que de El sean dignas, y ruega por su Enviado que te mos-
        tró los senderos de la rectitud [232]. Permanece después en pie so-
       bre tu tapiz litúrgico, ante la presencia de tu Señor, pero sin ima-
       ginártelo limitado por  el espacio ni semejante en algo a las criatu-
        ras; antes bien, orienta tan sólo tu corazón hacia  El,  al modo que
       orientas tu cara hacia  el templo de la Caaba, y adquiere la convic-
       ción de que en  el mundo no existen más que dos seres: El y  tú.
       Que tu culto a Dios  sea, de  este modo, puro y sincero, y  al en-
       grandecerle según  las fórmulas  litúrgicas,  ensálzalo  interiormente
       con  el reconocimiento de tu servidumbre. Cuando recites los textos
       rituales del Alcorán, acomoda tu espíritu al sentido del versículo que
        recites:  si  el versículo es una alabanza a Dios, recítalo como si fue-
       ses tú  el discípulo y El  el maestro, bajo cuya dirección repites  las
       alabanzas que El en su Libro te lee, para que tú aprendas a alabar-
       le; asimismo, cuando los versículos encierren preceptos o prohibicio-
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