Page 390 - El Islam cristianizado : estudio del "sufismo" a través de las obras de Abenarabi de Murcia
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La gracia: su naturaleza, especies y efectos  379
        luz puesta por Dios en el corazón del siervo, sin embargo, la voluntad
        de éste, en cuanto aspira a conocer las propiedades y esencia de aqué-
        lla, tiene relación de dependencia con el hecho de que Dios se la otor-
        gue y atribuya. En virtud de esta relación, obtiene  el siervo a veces
        ese acto voluntario, y entonces se imagina que la gracia es adquirida
        y que el pedírsela él a Dios y el quererla es la causa de haberla adqui-
        rido, sin advertir que aquel acto de voluntad que le movió a buscar y
        pedir la gracia [12] es a su vez uno de los efectos de la gracia mis-
        ma, pues sin ella no habría existido el acto de voluntad. La voluntad
        de la gracia es, por lo tanto, efecto de la gracia, aunque la mayoría de
        los hombres no se den cuenta de ello.
          Una vez que esto ha quedado sentado, es evidente que  el hombre
        lo único que debe buscar y pedir en realidad es  la perfección de  la
        gracia al Dador providente de ella. Por "perfección de la gracia" en-
        tiendo que ésta acompañe al siervo de Dios en la totalidad de sus es-
        tados, es decir, en sus juicios, pensamientos y sentimientos más secre-
        tos, en sus iluminaciones, revelaciones, contemplaciones y coloquios,
        en una palabra, en todos sus actos. Y no es que la gracia divina sea
        una cosa divisible en partes, pues se trata de un algo espiritual que
       subsiste en el alma, y, por ende, cuando de ella predicamos la imper-
        fección queremos decir tan sólo que resida en el alma para la realiza-
        ción de un acto suyo y se vea privada de ella  el alma para realizar
       otro. Asimismo debe entenderse, por el contrario, la perfección de la
       gracia, en el sentido de que acompañe a todos los actos del siervo de
        Dios sin excepción. Queda aclarada con esto la causa de pedir a Dios
       la gracia. Más adelante ya explicaremos que la gracia, al ser pedida
       por el hombre a Dios, no por eso deja de existir en  él.
          La gracia divina es una ayuda, en cuya virtud  el acto humano se
       conforma con su ley. Es una entidad espiritual que reside en el alma,
       al sobrevenir uno cualquiera de los diversos actos que de ésta proce-
       den, la cual le impide contrariar el precepto de la revelación corres-
       pondiente a dicho acto. Esto y no otro es la divina gracia. De modo
       que toda entidad espiritual, cuyo efecto sea éste, se llamará gracia. Si
       el pecador se conformase con los deberes que la revelación le impone,
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