Page 395 - El Islam cristianizado : estudio del "sufismo" a través de las obras de Abenarabi de Murcia
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384         Parte III.—Textos: Mawaqui, 53, 54, 90
        aprender las leyes canónicas del azaque o limosna  ritual, pero sólo
        las que se refieran a los bienes que posea y no a los demás; si vende o
        compra, deberá conocer entonces  las prescripciones jurídicas de  la
        compra-venta, del cambio, etc., y así también, en los demás preceptos
        y leyes religiosas, no estando obligado a conocerlos, sino cuando la
        obligación de su cumplimiento  le urge, pues entonces es cuando los
        necesita conocer. Pero se dirá: "Es que entonces le faltará la holgura
        de tiempo indispensable para adquirir la ciencia que necesita." A esto
        respondemos que no queremos decir que haya de adquirirla en aquel
        preciso momento, sino tan sólo cuando ya ese momento esté próxi-
        mo, es decir, con  la anterioridad de tiempo estrictamente indispen-
        sable para poder adquirir la ciencia necesaria e inmediatamente antes
        de ponerla en ejecución.

                     [4.°—CONSEJOS ASCETICOS]
          [90] Dios viene a ti, en la medida en que tú vas a El. ¿No es acaso
        el mismo Dios el que dice: "Quien se aproxima hacia mí un palmo, Yo
        me aproximo hacia él un codo. Quien se aproxima hacia mí un codo,
       Yo me aproximo hacia él una braza. Quien viene hacia mí corriendo,
       Yo voy hacia él trotando?"... En esta tradición hay dos ideas muy
       provechosas. La una es que Dios da gratuitamente, por encima de lo
       que el siervo desea; y buena prueba de ello es que en  el cielo habrá
       lo que ni el ojo vió, ni el oído oyó, ni al corazón del hombre ocurrió;
       de modo que Dios nos da lo que no cabe dentro de nosotros conocer;
       y es evidente que el querer está siempre condicionado por el conocer.
       La otra idea útil está en estrecha relación con lo que ahora tratamos,
       o sea, que Dios viene a  ti, con la misma medida de generosidad con
       la cual tú vas hacia El:  si a El te acercas un palmo, El se te acerca
       generosamente un codo. Sin embargo, ¿por virtud de quién te acercas
       a El ese palmo? Es El mismo quien te acerca^ hacia El (por singular
       providencia que contigo tiene) ese palmo que a El te has acercado.
       Es El quien, en premio y recompensa de ese palmo primero que a El
       te acercaste, se te acerca por su parte otro palmo graciosamente; y
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