Page 399 - El Islam cristianizado : estudio del "sufismo" a través de las obras de Abenarabi de Murcia
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388 Parte III.—Textos : Mawaqu i, 111, 112
anhela ir de prisa. Pero, lejos de pensar así, debe meditar aquellas pa-
labras que Alchonaid (1) respondió, cuando le preguntaron cómo ha-
bía logrado llegar al grado de perfección que poseía: "Permaneciendo
treinta años sentado, debajo de aquella escalera", y señalaba, al decir
esto, a la escalera de su casa (2). Asimismo Abuyezid el Bistamí
pasó doce años forjando, como un herrero, su propia alma; después,
empleó otros cincuenta años en lavarla, como un lavandero de oficio;
luego, otros ocho en cortarse, como un sastre, su ceñidor exterior, y
ocho más en cortarse su ceñidor interior; y, a pesar de todo, aún le
quedaron muchas ásperas cuestas por subir. ¿Cómo es, pues, oh aspi-
rante, que no comparas tu estado de alma con el de estos grandes san-
tos y tu ascetismo con el suyo? Mírate bien y verás que tu alma es im-
perfecta y que no eres digno de que Dios se te revele. Vuelve, pues,
sobre ti mismo y repréndete diciéndole a tu alma: "Si de veras aspira-
ses a lograr las moradas de los grandes santos, seguirías sus métodos
de vida. Mira, pues, a tu maestro con ojos de veneración, sumisión y
sinceridad. Si él advierte en ti algo bueno, ya te lo dirá, y si te lo dice
estando tú en ese mal estado de alma, de seguro que te alejarás y
apartarás del camino recto. Por eso, a pesar de todo, te conviene ale-
grarte de que el maestro te haya admitido bajo su dirección y recorra
contigo el camino, pues todo ello son albricias de parte de Dios para
contigo, ya que, si el maestro pensase mal de ti, no te hubiese atraído
hacia sí; de modo que alguna esperanza tiene de tu salvación. Traba-
ja, pues, y esfuérzate por coadyuvarle y quizá así te abrirá Dios la
puerta y lograrás la victoria." Con razones como éstas, debes repren-
der a tu alma, sin perder jamás la confianza, pues tan sólo desesperan
del Espíritu de Dios los que no tienen fe.
Cuando veas que Dios te inspira esas reprensiones y duros repro-
ches contra tu alma, ten ya por cierto que Dios te quiere, pues no te
los habría inspirado si no hubiese decretado ab aeterno que El te ha-
(1) Uno de los más famosos místicos del islam oriental. Murió el año 910
de J. C.
(2) Es digno de notarse este rasgo de paciencia, semejante al de San Alejo,
que también pasó diez y siete años debajo de la escalera de su casa.