Page 400 - El Islam cristianizado : estudio del "sufismo" a través de las obras de Abenarabi de Murcia
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bía de tomar de la mano. En cambio, si ves que Dios no te mueve con
su gracia de esa manera y que tus actos no siguen esa inspiración
suya, no debes culpar a nadie más que a ti mismo, ni menos aún mur-
murar de tu director espiritual, pues con ello te atraerías el castigo
de Dios en esta vida y en la futura. Sigue, hijo mío, los avisos éstos
que te doy y haz caso de las exhortaciones que te hago... y espera
confiado a que Dios te abra, aunque sea durante tu vida entera, sin
desesperar jamás del Espíritu de Dios.
[7.°—DE LA HUMILDAD]
[196] Busca la humildad y ten bien entendido que ella es uno de
los misterios que Dios guarda junto a sí como un tesoro y que no lo
regala por completo, sino a sus profetas o a los que son amigos sinceros
suyos. Porque no toda humildad es humildad. Ella es la más sublime
de las moradas del camino espiritual y la meta última a la que sólo
llegan los hombres de Dios. Su real esencia consiste en el reconoci-
miento de que el alma es esclava, y con la esclavitud no cabe que
coexista, en modo alguno, en el alma, el sentimiento de la soberanía.
Por eso decía el maestro de maestros [Abumedín] (1) : "Lo último que
sale de los corazones de los amigos sinceros de Dios es el amor de
la soberanía, el cual amor no coexiste sino con la ignorancia." Y pre-
guntaba Jesús a sus discípulos: "¿Dónde nace la semilla?" Y le res-
pondieron: "En la tierra." Y él añadió: "Pues asimismo, la sabiduría
no nace tampoco más que en el corazón semejante a la tierra." (2). Y
aludía a la humildad. Esta misma alusión encerraba también aquel
dicho de Mahoma: "Brotarán de su corazón a su lengua los manantia-
les de la sabiduría", pues los manantiales no brotan sino en la tierra,
que es de donde el agua nace. Pero no pienses que esa humildad exte-
rior, que aparece en la mayoría de los hombres y en ciertas personas
devotas, sea humildad. No es humildad. Tan sólo es adulación para con-
seguir algo que tú no ves. Todo el mundo adula al prójimo, en la medi-
(1) Cfr. supra, parte primera, II, pág. 60.
(2) Cfr. Asín, Logia et agrapha D. Jesu, op. cit., núm. 89.