Page 396 - El Islam cristianizado : estudio del "sufismo" a través de las obras de Abenarabi de Murcia
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Consejos ascéticos        385
        así resulta de ambos palmos un codo. Y  así sucesivamente.  El  es,
        pues, quien por su gracia se te acerca y quien hace que te acerques.
        De modo que es como si con aquellas palabras te avisara y te dijese:
        "¡Oh siervo mío!, cuando te aproximas a mí..., soy Yo quien te toma
        por la cabeza, mientras tú estás como el cadáver, sin acción tuya pro-
        pia. Y después, todavía te recompenso por ello, con un premio seme-
       jante a lo que te he dado gratuitamente."
          [138] El tiempo es un regalo que Dios te hace. Aprovéchalo, por-
        que de  ti huye. Empléalo en prácticas de piedad y en obras buenas,
        porque si no, te servirá de perdición, mientras a otros les sirve para su
        salvación.
          Escucha: que la alabanza del que te alabe no te ciegue para ver lo
        que tu alma es en realidad...
          No trabes amistad más que con quien veas que te ha de aprovechar
        para tu vida espiritual. Si ves que es imperfecto, huye de él como del
        león. Dije mal: huye de él más que del león, pues el león,  si destruye
        tu vida de acá abajo, también te da los grados de la gloria, mientras
        que el compañero perverso te priva de la vida presente y la futura...
          [200] La voluntad de servir a Dios estriba en  el abandono de la
        propia voluntad.

               [5.°—METODO ASCET1COMIS7 ICO RESUMIDO]
          [56] Ten en cuenta que si Dios te ayuda con su gracia para adqui-
        rir la ciencia religiosa y para obrar el bien con pureza de intención, El
        te abrirá una puerta hacia su reino celestial, y la contemplación de las
        luces que a través de esa puerta se te revelarán te impedirá caer en
        la negligencia y retornar al mundo de las pasiones, pues tu alma esta-
        rá ocupada en recibir de Dios las gracias y misterios que te envíe y
        las revelaciones que te comunique. Esta es la ciencia mística de las co-
       municaciones divinas. Conságrate, pues, a su adquisición, por medio de
        la constante práctica de la oración mental, la soledad..., la parquedad
       en  el comer, la escrupulosidad en  el hablar y la asidua vigilancia del
       corazón para desechar los pensamientos vanos e importunos.
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