Page 148 - Confesiones de un ganster economico
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dicho Yamin y Doc, pero viniendo de aquel hombre cobraban otro significado nuevo
para mí. En esa época todo el mundo conocía la existencia de un movimiento
fundamentalista islámico en la clandestinidad, pero nos habíamos convencido de que
el sha gozaba de inmensa popularidad entre la mayoría de su pueblo y de que, por
tanto, era políticamente invencible. Pero el general era categórico.
— Recuerde lo que voy a decirle — dijo en tono solemne—. La caída del sha no será
más que el comienzo. Será un anticipo del rumbo que va a tomar todo el mundo
musulmán. La cólera ha hervido demasiado tiempo oculta bajo la arena. No tardará en
hacer erupción.
Durante esa cena se habló mucho del ayatolá Ruhollah Jomeini. Tanto Farhad como
su padre dejaron bien claro que no compartían su chiísmo fanático, pero estaban
visiblemente impresionados por el mucho terreno que le había conquistado al
soberano. Me contaron que ese mullah, cuyo nombre significa «inspirado por Dios»,
era de una familia chiíta de estudiosos de los textos sagrados y había nacido en 1902
en una aldea cercana a Teherán.
A comienzos de la década de 1950 Jomeini se abstuvo de intervenir en la lucha
entre Mosaddeq y el sha. Pasó a la oposición activa en el decenio siguiente y sus
críticas contra el sha fueron tan virulentas que motivaron su destierro a Turquía,
primero, y luego a la ciudad santa iraquí de An Najaf, desde donde se convirtió en el
líder reconocido de la oposición. Enviaba cartas, artículos y mensajes grabados
invitando al levantamiento de los iraníes, a la deposición del monarca y a la creación
de un Estado clerical.
Dos días después de aquella cena con Farhad y sus padres, se recibieron de Irán las
primeras noticias de atentados con bomba y disturbios. El ayatolá Jomeini y sus
mullahs, los clérigos musulmanes, iniciaban la ofensiva que no tardaría en llevarlos al
poder. Después de esto los acontecimientos se sucedieron rápidamente. La cólera que
había descrito el padre de Farhad estalló, en efecto, y se convirtió en una violenta
insurrección islamista. El sha huyó a Egipto en enero de 1979, donde se le diagnosticó
un cáncer que le llevó a una clínica neoyorquina.
Los seguidores del ayatolá Jomeini exigieron su regreso. En noviembre de 1979, una
multitud islamista asaltó la embajada de Estados Unidos en Teherán y retuvo a
cincuenta y dos rehenes estadounidenses durante cuatrocientos cuarenta y cuatro días. 2
El presidente Cárter intentó negociar la puesta en libertad de los rehenes. Ante su
fracaso, ordenó una operación militar de rescate, que se lanzó en abril de 1980. Fue un
desastre, y fue el martillo que clavó el último clavo en el féretro de la
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