Page 119 - Arquitectos del engaño
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hay que ser prudente como la serpiente. Vuestros padres, vuestros hijos, vuestras propias esposas, siempre
deberían ignorar el secreto, que lleváis en vuestros pechos. Si esto os complace, a fin de engañar mejor al ojo
inquisitorial, id a menudo a confesaros, estáis, autorizados según el derecho, a preservar el silencio más
absoluto en cuanto a estas cosas. Sabed que la más mínima revelación, que la menor indicación de que se os
escape en el tribunal de la penitencia, o en cualquier otro, puede traeros grandes calamidades y que la
sentencia de muerte ya está pronunciada para los reveladores, ya sea voluntaria o involuntariamente."
El Piccolo Tigre, un agente judío de la Alta Vendita, declaró en su carta, con fecha 18 de enero de
1.822: "Darse cuenta de que uno es miembro de una logia, sentirse obligado a guardar, delante de tu mujer y
tus hijos un secreto que nunca les será confiado, es para ciertas naturalezas un placer y una ambición. Las
logias, hoy día, pueden perfectamente crear glotones, pero nunca engendrarán ciudadanos. Hay demasiados
comilones entre los muy reverendos y muy venerables hermanos de entre todos los Antiguos. Pues forman
una especie de depósito, una especie de inseminación [de terreno abonado] y un centro a través del cual hay
que pasar antes de llegar a nosotros. Las logias, sin embargo, crean un mal relativo, un mal templado por una
falsa filantropía y por canciones aún más falsas como en Francia. Todo es demasiado pastoral y demasiado
gastronómico, pero es una finalidad, que necesita ser animada sin parar. Enseñar a un hombre a llevar su
copa hacia los labios te hace poseedor de su inteligencia y de su libertad, dispones de él, giras a su alrededor
y le estudias. Adivinas sus inclinaciones, sus afectos y sus tendencias; entonces, cuando está maduro para
nosotros, lo dirigimos hacia la sociedad secreta de las cuales la masonería puede ser sólo la antesala.
La Alta Vendita desea que bajo un pretexto u otro, cuantos más príncipes y personas ricas sea posible
se deberían introducir en las logias masónicas. Los príncipes de las casas soberanas y aquellos que no tienen
la legítima esperanza de ser reyes por la gracia de Dios, todos quieren ser reyes por la gracia de una
revolución. El duque de Orleans es francmasón, el príncipe de Carignan también lo es. No faltan ni en Italia
ni en otros lugares, entre ellos, los que aspiran a bastante modestos honores del delantal simbólico y la
paleta. Otros entre ellos son desheredados y proscritos. Halagar a los numerosos que tienen ambición de
popularidad; monopolizarlos para la masonería. La Alta Vendita posteriormente ya verá qué puede hacer
para utilizarlos en la causa del progreso. Un príncipe, que no espere ningún reino, es una suerte para
nosotros. Hay muchos de ellos en esta situación. Hagámosles masones. La logia los llevará al carbonarismo.
Llegará un día, tal vez, que la Alta Vendita se dignará afiliarles. Mientras esperan servirán para la liga de los
imbéciles, los intrigantes, de la burguesía y de los necesitados. Estos príncipes pobres servirán a nuestros
fines, mientras piensen que trabajan sólo para ellos. Son una magnífica señal, y siempre se pueden encontrar
bastantes tontos que estén dispuestos a comprometerse al servicio de una conspiración, de la que un príncipe
u otro similar puede ser el jefe".
En 1.870 el movimiento Carbonario de los Illuminati fue reemplazado por la más eficaz cruzada
socialista. Algunos miembros de los Carbonarios se unieron a la Joven Italia, que había sido fundada y
dirigida por Mazzini. Esta sociedad secreta era parte de la red de sociedades "revolucionarias" Joven Europa
(Giovine Europa), que funcionó en los años 1.934 hasta 1.936 desde Suiza siguiendo las instrucciones de
Mazzini.
La resistencia contra la francmasonería
A veces la élite en el poder ha intentado impedir que los masones tomaran el control total de la
situación política. Esto se puede ilustrar con el siguiente ejemplo.
El 20 de octubre de 1.798, Fredrik Wilhelm III de Prusia (1.797-1.840), emitió un edicto que prohibía
las órdenes y sociedades secretas que pudieran ser perjudiciales para la población. Pero en 1.814, en París, se
unió a los masones porque su hermano Alejandro I, zar de Rusia, ya formaba parte de la masonería desde
1.803. No había entendido cuan peligrosas podían llegar a ser las logias masónicas.
Fredrik Wilhelm III ni siquiera intervino contra la francmasonería en 1.830, cuando su fe se vio
sacudida debido a la revuelta en Bélgica, que había sido provocada y ejecutada por los masones. Los
miembros de la Casa Real Neerlandesa no pensaban permitir que ellos mismos fueran controlados por los
hermanos masones. Alexander I, sin embargo, siguió el ejemplo austriaco y prohibió la masonería en Rusia
en agosto de 1.822. En 1.825, fue asesinado por los masones por "traidor". Los restos desaparecieron, tal