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ASOCIACIÓN COLOMBIANA DE FACULTADES Y ESCUELAS DE ENFERMERÍA
como en el propio sitio donde estuvimos. Cuando vamos de pronto montados en el
bus o en el automóvil como pasajeros, hacemos también un tipo de aprendizaje de lo
que observamos y oímos de las otras personas que están dentro del vehículo, o lo que
vemos que sucede en el recorrido.
En conclusión, el aprendizaje lo hacemos en la vida y para la vida, en cualquier
situación en la que vivimos, es algo continuo, inacabado; por ello a veces decimos: -
voy a complementar lo que estoy estudiando y quiero hacer un curso de fotografía o
un curso de cerámica, de culinaria, también quiero ir a un zoológico, entrar a una
academia de artes marciales, a un gimnasio y allí aprendemos. Son muchas las
situaciones que tenemos por fuera del aula, por fuera de nuestra escuela o por fuera
de nuestra institución escolar donde podemos aprender.
Además, quiero presentar algunas nuevas conexiones que hoy en día se le han dado
a este tipo de aprendizaje, y por esto algunos hablan del aprendizaje por
conexionismo, que es el estar conectado al internet, estar conectado a las redes, estar
mirando las tecnologías de la información como la televisión, el chat y el WhatsApp, el
Facebook, el mismo Instagram; entonces todos aprendemos la mayor parte de lo que
sabemos fuera de la escuela.
Traigo un frase célebre de Everett Reimer (1973):”La escuela ha muerto”. ¿Será que la
escuela va a pasar a un segundo plano? Yo no creo que eso suceda, ni es lo
conveniente; debemos tener siempre en cuenta que la escuela es también parte
fundamental de la vida de las personas; en ella podemos aprender ciertas cosas, y por
fuera de ella también complementamos un proceso de aprendizaje, no es permisible,
acción que propongo con una gran convicción. La idea no es apartar la escuela y la
institución educativa; en ella hay cosas importantes para compartir, pero miremos que
fuera de ella hay otro aprendizaje (vivencias, experiencias) que sirve de complemento
en nuestros aprendientes.
Existe, entonces, un conocimiento urbano o de la ciudad, la que se convierte a veces
en nuestro currículum, en nuestros contenidos, en nuestras metodologías, en nuestras
estrategias de aprendizaje. La ciudad es un libro abierto donde se condensa el
pasado y un presente, la ciudad es un crisol que atesora los lenguajes y las sinfonías
que escuchamos afuera de nuestra casa, dentro de nuestra casa, dentro y fuera de
nuestra escuela, esos lenguajes corporales orales o esas imágenes, o esos símbolos
que nos llaman la atención, de todos ellos podemos aprender.
El aprendizaje está en tantas partes que se modifica a veces en el transcurso de nuestro
día y en la noche. Si la ciudad es un libro abierto, en ella el sujeto puede relacionar,
contextualizar, reelaborar, compartir, comparar, sistematizar, sintetizar, deducir, inducir,
dialectizar y disentir conocimientos. Estas cuatro últimas operaciones nos conducen al
desarrollo del pensamiento en una persona, porque se adquiere la capacidad para
analizar qué es lo que está sucediendo para sintetizar una información, para observar
e identificar qué problemas son los que están a nuestro alrededor y poder buscar
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