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ASOCIACIÓN COLOMBIANA DE FACULTADES Y ESCUELAS DE ENFERMERÍA
De lo anterior nos queda como lección, que cuando enseñemos a nuestros aprendices
busquemos objetos y actividades que despierten placer, que sean agradables a su
vista, busquemos la empatía, hablemos con cariño y con amor. Tener ese acercamiento
con el otro y la otra, hablar de lo que le pasó en el viaje cuando venía hacia la
universidad o al colegio, por qué viene triste hoy, por qué llegó tarde, no regañemos,
no mostremos cara de disgusto, pues en el estudiante entran las emociones que
Bisquerra (2009), al hablar de ellas, opina que “son reacciones e informaciones que
recibimos en nuestra relación con el entorno”, y propone cuatro tipos de emociones
que se dan dentro del aula por muchas causas, al momento de establecer una relación
con los y las aprendices.
Las primeras las denomina positivas, y entre ellas estarían la alegría que comprende:
euforia, graticación, placer, satisfacción, regocijo y humor; cuando el estudiante
demuestra alegría, cuando le damos un estímulo positivo, cuando lo estimulamos,
cuando le decimos: - Esa respuesta es correcta, en esa respuesta usted se lució;
cuando le digo: - La tarea que presentó está sumamente bien hecha, se esforzó en
realizar esto. El amor, y ya lo repetía anteriormente, en el amor hay cariño, ternura,
confianza, amabilidad y respeto. Le estoy dando amor cuando miro que el otro es un
ser humano y le respeto sus individualidades. Dentro de las reacciones positivas también
está: la felicidad, la tranquilidad que a veces tenemos que dársela al estudiante: -
Tranquilícese, a ver qué le pasa, en qué puedo ayudarlo, cómo podemos hacer esto
entre los dos y le doy algunos elementos para que usted pueda desarrollar esta tarea.
No pasa absolutamente nada, son refuerzos positivos de emociones que el estudiante
debe recibir; así le estamos dando entonces bienestar, dicha, paz, serenidad para que
pueda hacer las cosas.
En segunda instancia están las emociones negativas; entre ellas se puede observar el
miedo, el cual abarca el temor, el pánico, la fobia, el desasosiego o el susto; se dan
en algunas situaciones cuando el estudiante a veces no entiende lo que le están
preguntando y entonces siente miedo de hablar, o cuando el profesor bruscamente
pregunta: - ¿Usted qué está haciendo? ¿Qué tiene abierto allá en el computador? ¿Por
qué está comiendo en clase?
A veces nosotros, con nuestra actitud, con nuestras miradas o preguntas podemos
producir ese tipo de emociones negativas en nuestros estudiantes. Es muy común que
en un examen, a lo que más le teme un estudiante es a que el profesor se le acerque,
le da miedo que le observe qué está escribiendo. Por qué no convertir esto en algo
positivo preguntándole cuál es la dificultad, qué le pasa, no entiende la pregunta; en
este momento podemos contribuir con nuestras actitudes a que las emociones que se
dan en el aprendizaje sean más positivas que negativas. En las negativas también se
incluyen la tristeza: frustraciones, depresión, pena, dolor, abatimiento, soledad y
preocupación. Cuando un estudiante saca mala nota, a veces entregamos la
evaluación de una manera que no es la más adecuada y cortés; por qué no lo
llamamos y le preguntamos qué le está pasando, porque cuando a un estudiante le
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