Page 143 - Drácula
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Drácula de Bram Stoker
amigo John, déjeme que se lo advierta: usted trata con los locos.
Todos los hombres están más o menos locos; y así como usted
trata discretamente con sus locos, así trate discretamente con
los locos de Dios: el resto del mundo. Usted no le dice a sus
locos lo que hace ni por qué lo hace; usted no les dice lo que
piensa. Así es que debe mantener el conocimiento en su lugar,
donde pueda descansar; donde pueda reunirse con los de su
clase y procrear. Usted y yo nos guardaremos como hasta ahora
lo que sabemos...
Y al decir esto me tocó en el corazón y en la frente, y
luego él mismo se tocó de manera similar.
—Por mi parte tengo algunas ideas, de momento. Más
tarde se las expondré a usted.
—¿Por qué no ahora? —le pregunté—. Puede que den
buen resultado; podríamos llegar a alguna conclusión.
Él me miró fijamente, y dijo:
—Mi amigo John, cuando ha crecido el maíz, incluso an
tes de que haya madurado, mientras la savia de su madre tierra
está en él, y el sol todavía no ha comenzado a pintarlo con su
oro, el marido se tira de la oreja y la frota entre sus ásperas ma
nos, y limpia la verde broza, y te dice: "¡Mira!: es buen maíz;
cuando llegue el tiempo, será un buen grano."
Yo no vi la aplicación, y se lo dije. Como respuesta ex
tendió su brazo y tomó mi oreja entre sus manos tirando de ella
juguetonamente, como solía hacerlo antiguamente durante sus
clases, y dijo:
—El buen marido dice así porque conoce, pero no hasta
entonces. Pero usted no encuentra al buen marido escarbando
el maíz sembrado para ver si crece; eso es para niños que jue
gan a sembradores. Pero no para aquellos que tienen ese oficio
como medio de subsistencia. ¿Entiende usted ahora, amigo
John? He sembrado mi maíz, y la naturaleza tiene ahora el tra
bajo de hacerlo crecer; si crece, entonces hay cierta esperanza;
y yo esperaré hasta que comience a verse el grano.
Al decir esto se interrumpió, pues evidentemente vio que
lo había comprendido.
Luego, prosiguió con toda seriedad:
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