Page 147 - Drácula
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Drácula de Bram Stoker
de que lo hagamos la besará una vez, pero luego debe usted
irse: y debe irse a una señal mía. No diga ni palabra de esto a la
señora; ¡usted ya sabe cuál es su estado! No debe tener ningu
na impresión; cualquier contrariedad la mataría. ¡Venga!
Todos entramos en el cuarto de Lucy. Por indicación del
maestro, Arthur permaneció fuera. Lucy volvió la cabeza hacia
nosotros y nos miró, pero no dijo nada.
No estaba dormida, pero estaba simplemente tan débil
que no podía hacer esfuerzo alguno. Sus ojos nos hablaron; eso
fue todo. Van Helsing sacó algunas cosas de su maletín y las
colocó sobre una pequeña mesa fuera del alcance de su vista.
Entonces, mezcló un narcótico y, acercándose a la cama, le dijo
alegremente:
—Bien, señorita, aquí está su medicina. Tómesela toda
como una niña buena. Vea; yo la levantaré para que pueda tra
gar con facilidad. Así.
Hizo el esfuerzo con buen resultado.
Me sorprendió lo mucho que tardó la droga en surtir
efecto. Esto, de hecho, era un claro síntoma de su debilidad. El
tiempo pareció interminable hasta que el sueño comenzó a ale
tear en sus párpados. Sin embargo, al final, el narcótico comen
zó a manifestar su potencia, y se sumió en un profundo sueño.
Cuando el profesor estuvo satisfecho, llamó a Arthur al cuarto y
le pidió que se quitara la chaqueta. Luego agregó:
—Puede usted dar ese corto beso mientras yo traigo la
mesa. ¡Amigo John, ayúdeme!
Así fue que ninguno de los dos vimos mientras él se in
clinaba sobre ella. Entonces, volviéndose a mí, van Helsing me
dijo:
—Es tan joven y tan fuerte, y de sangre tan pura, que no
necesitamos desfibrinarla.
Luego, con rapidez, pero metódicamente, van Helsing
llevó a cabo la operación.
A medida que se efectuaba, algo como vida parecía re
gresar a las mejillas de la pobre Lucy, y a través de la creciente
palidez de Arthur parecía brillar la alegría de su rostro.
Después de un corto tiempo comencé a sentir angustia,
pues a pesar de que Arthur era un hombre fuerte, la pérdida de
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