Page 145 - Drácula
P. 145

Drácula de Bram Stoker


                  protegiendo la vida. Van Helsing y yo fuimos conducidos hasta el
                  cuarto de Lucy. Si me había impresionado verla a ella ayer,
                  cuando la vi hoy quedé horrorizado. Estaba terriblemente pálida;
                  blanca como la cal. El rojo parecía haberse ido hasta de sus
                  labios y sus encías, y los huesos de su rostro resaltaban promi
                  nentemente; se dolía uno de ver o escuchar su respiración. El
                  rostro de van Helsing se volvió rígido como el mármol, y sus
                  cejas convergieron hasta que casi se encontraron sobre su nariz.
                  Lucy yacía inmóvil y no parecía tener la fuerza suficiente para
                  hablar, así es que por un instante todos permanecimos en silen
                  cio. Entonces, van Helsing me hizo una seña y salimos silencio
                  samente del cuarto. En el momento en que cerramos la puerta,
                  caminó rápidamente por el corredor hacia la puerta siguiente,
                  que estaba abierta. Entonces me empujó rápidamente con ella, y
                  la cerró.
                         —¡Dios mío! —dijo él—. ¡Esto es terrible! No hay tiempo
                  que perder. Se morirá por falta de sangre para mantener activa
                  la función del corazón. Debemos hacer inmediatamente una
                  transfusión de sangre. ¿Usted, o yo?
                         —Maestro, yo soy más joven y más fuerte; debo ser yo.
                         —Entonces, prepárese al momento. Yo traeré mi male
                  tín. Ya estoy preparado.
                         Lo acompañé escaleras abajo, y al tiempo que bajába
                  mos alguien llamó a la puerta del corredor. Cuando llegamos a
                  él, la sirvienta acababa de abrir la puerta y Arthur estaba entran
                  do velozmente. Corrió hacia mí, hablando en un susurro angus
                  tioso.
                         —Jack, estaba muy afligido. Leí entre líneas tu carta, y
                  he estado en un constante tormento. Mi papá está mejor, por lo
                  que corrí hasta aquí para ver las cosas por mí mismo. ¿No es
                  este caballero el doctor van Helsing? Doctor, le estoy muy agra
                  decido por haber venido.
                         Cuando los ojos del profesor cayeron por primera vez
                  sobre él, había en ellos un brillo de cólera por la interrupción en
                  tal momento: pero al mirar sus fornidas proporciones y reconocer
                  la fuerte hombría juvenil que parecía emanar de él, sus ojos se
                  alegraron. Sin demora alguna le dijo, mientras extendía la mano:
                         —Joven, ha llegado usted a tiempo. Usted es el novio de
                  nuestra paciente, ¿verdad? Está mal; muy, muy mal. No, hijo, no
                  se ponga así —le dijo, viendo que repentinamente mi amigo se



                                             144
   140   141   142   143   144   145   146   147   148   149   150