Page 54 - Drácula
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Drácula de Bram Stoker



                                            IV



                     Del diario de Jonathan Harker

                                  (Continuación)



                               esperté en mi propia cama. Si es que no ha sido
                               todo un sueño, el conde me debe de haber traído
                         D     en brazos hasta aquí. Traté de explicarme el su
                               ceso, pero no pude llegar a ningún resultado cla
                               ro. Para estar seguro, había ciertas pequeñas
                  evidencias, tales como que mi ropa estaba doblada y arreglada
                  de manera extraña. Mi reloj no tenía cuerda, y yo estoy riguro
                  samente acostumbrado a darle cuerda como última cosa antes
                  de acostarme, y otros detalles parecidos. Pero todas estas cosas
                  no son ninguna prueba definitiva, pues pueden ser evidencias de
                  que mi mente no estaba en su estado normal, y, por una u otra
                  causa, la verdad es que había estado muy excitado. Tengo que
                  observar para probar. De una cosa me alegro: si fue el conde el
                  que me trajo hasta aquí y me desvistió, debe haberlo hecho todo
                  deprisa, pues mis bolsillos estaban intactos. Estoy seguro de
                  que este diario hubiera sido para él un misterio que no hubiera
                  soportado. Se lo habría llevado o lo habría destruido. Al mirar en
                  torno de este cuarto, aunque ha sido tan intimidante para mí, veo
                  que es ahora una especie de santuario, pues nada puede ser
                  más terrible que esas monstruosas mujeres que estaban allí —
                  están esperando para chuparme la sangre.


                         18 de mayo. He estado otra vez abajo para echar otra
                  mirada al cuarto aprovechando la luz del día, pues debo saber la
                  verdad. Cuando llegué a la puerta al final de las gradas la encon
                  tré cerrada. Había sido empujada con tal fuerza contra el batien
                  te, que parte de la madera se había astillado. Pude ver que el
                  cerrojo de la puerta no se había corrido, pero la puerta se en
                  cuentra atrancada por el lado de adentro. Temo que no haya
                  sido un sueño, y debo actuar de acuerdo con esta suposición.








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