Page 82 - Catalogo_Arte para Bogotá
P. 82

Así pues, se podría decir que la puesta en escena
         de O Marinheiro fusiona el lenguaje de los sueños
         con el lenguaje teatral, en la medida en que ambos
         son una suerte de dinamismo en la inmovilidad, de
         drama estático. Además de la indiferenciación entre
         los personajes y entre lo real y lo irreal, los gestos
         en la puesta en escena contribuyen a entender la
         movilidad casi explosiva del estatismo.  Al principio
         de la obra, la segunda veladora nos dice: “tan sólo
         el vivir daña…no rocemos la vida ni siquiera la orla
         de nuestros vestidos…no, no os levantéis…eso
         sería un gesto y cada gesto interrumpe un sueño”  .
         A pesar de que en la puesta en escena las actrices
         no se mueven, como si al hacerlo fueran a despertar
         de su sueño, esto se contrasta con los gestos del
         rostro así como con las modulaciones de las voces
         que cambian de tono y  velocidad exageradamente,
         haciendo evidente la movilidad del pensamiento y del
         lenguaje. Así, la representación se convierte en un
         conglomerado de palabras que no producen ninguna
         acción en el escenario, sino que se dirigen, como en
         el sueño, a la creación de mundos en el interior de la
         imaginación, tal y como la veladora 2 le representa el
         marinero a las otras y como el marinero se representa
         a sí mismo.

         Después de leer  O Marinheiro  y ver la puesta en
         escena presentada en los Andes, puedo decir que el
         asunto de los sueños es un problema que ya está muy
         claro en la obra de Pessoa, en la medida en que, por
         el título, sabemos que lo principal (lo que llamaríamos
         trama en otro tipo de teatro) es el sueño del marinero
         y no la situación de las veladoras en escena. No
         obstante,  la  importancia  que  tienen  los  sueños  en
         la obra y su relación con el espectador se entienden
         más profundamente, o de una forma distinta, cuando
         asistimos a su puesta en escena. Aunque cada vez
         que leo un texto dramático, tengo la sospecha de que
         hace falta su representación para respetar y ser justa
         con la naturaleza de la obra, fue sólo cuando asistí a
                                                                Imágenes cortesía: Oficina de Comunicaciones y Marca
         la puesta en escena de O Marinheiro que entendí las
         posibilidades de este texto. Es decir, no creo que al
         texto le haga falta su representación en la medida en
         que ésta le aporte nuevos elementos, sino en tanto
         que ilumina y deja ver sus posibilidades, por medio
         de otro lenguaje que no sólo copia lo que dice el texto,
         sino que lo actualiza y le da vida.












       83                       •    Revista Cultural                                                                                                                                                              Revista Cultural  •                        84
   77   78   79   80   81   82   83   84   85   86   87