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Así pues, se podría decir que la puesta en escena
 de O Marinheiro fusiona el lenguaje de los sueños
 con el lenguaje teatral, en la medida en que ambos
 son una suerte de dinamismo en la inmovilidad, de
 drama estático. Además de la indiferenciación entre
 los personajes y entre lo real y lo irreal, los gestos
 en la puesta en escena contribuyen a entender la
 movilidad casi explosiva del estatismo.  Al principio
 de la obra, la segunda veladora nos dice: “tan sólo
 el vivir daña…no rocemos la vida ni siquiera la orla
 de nuestros vestidos…no, no os levantéis…eso
 sería un gesto y cada gesto interrumpe un sueño”  .
 A pesar de que en la puesta en escena las actrices
 no se mueven, como si al hacerlo fueran a despertar
 de su sueño, esto se contrasta con los gestos del
 rostro así como con las modulaciones de las voces
 que cambian de tono y  velocidad exageradamente,
 haciendo evidente la movilidad del pensamiento y del
 lenguaje. Así, la representación se convierte en un
 conglomerado de palabras que no producen ninguna
 acción en el escenario, sino que se dirigen, como en
 el sueño, a la creación de mundos en el interior de la
 imaginación, tal y como la veladora 2 le representa el
 marinero a las otras y como el marinero se representa
 a sí mismo.

 Después de leer  O Marinheiro  y ver la puesta en
 escena presentada en los Andes, puedo decir que el
 asunto de los sueños es un problema que ya está muy
 claro en la obra de Pessoa, en la medida en que, por
 el título, sabemos que lo principal (lo que llamaríamos
 trama en otro tipo de teatro) es el sueño del marinero
 y no la situación de las veladoras en escena. No
 obstante,  la  importancia  que  tienen  los  sueños  en
 la obra y su relación con el espectador se entienden
 más profundamente, o de una forma distinta, cuando
 asistimos a su puesta en escena. Aunque cada vez
 que leo un texto dramático, tengo la sospecha de que
 hace falta su representación para respetar y ser justa
 con la naturaleza de la obra, fue sólo cuando asistí a
 Imágenes cortesía: Oficina de Comunicaciones y Marca
 la puesta en escena de O Marinheiro que entendí las
 posibilidades de este texto. Es decir, no creo que al
 texto le haga falta su representación en la medida en
 que ésta le aporte nuevos elementos, sino en tanto
 que ilumina y deja ver sus posibilidades, por medio
 de otro lenguaje que no sólo copia lo que dice el texto,
 sino que lo actualiza y le da vida.












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