Page 14 - Comparto 'Vida de San Agustín' con usted
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Por supuesto que ella no era una mujer común, tenía muchas
cualidades que la hacían interesante. Además, era bella. Solo
Agustín tenía la oportunidad de contemplarla en la intimidad,
con su cabello negro, que suelto, era tan largo que le daba a la
cintura; su piel morena, estaba bien cuidada con las lociones
que Agustín le regalaba. Esto la hacía irresistible al talante de
aquel hombre, tan diferente a su padre Patricio y tan parecido
a su madre, pues en materia de humanidad nadie le ganaba.
Él se formó en la escuela de Mónica, su madre.
¡Bueno!, se cuenta de Mónica que más de alguna vez, sintió
atracción por el vino. En cierta etapa de su vida, de gota en
gota, su paladar se fue adaptando al sutil efecto de esta
bebida. Unas gotas bastaron para saber que no le gustaba y al
final, unas gotas bastaron para llegar a consumir algunas
copas de más. Pero, así como le llegó el gusto por el vino, así
también desapareció, desde que un día una esclava le hirió el
orgullo, echándole en cara semejante vicio.
No viene al caso hablar de este mal momento, cuando se sabe
que Mónica con su entrega a Jesús, mereció ser llevada a los
altares, incluso antes de morir.
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