Page 22 - Comparto 'Vida de San Agustín' con usted
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CAPÍTULO CINCO
A
ntes de su regreso a casa habían pasado varios
años. Cartago le había formado una mentalidad y, a
la vez, le había abierto un horizonte hacia dónde
dirigirse. ¡Oh, qué delicia la ciudad de Cartago! Había mucho
para ver y aprender, muchas cosas qué conquistar. Este
“paraíso” estaba lleno de mujeres hermosas, de fiestas, de
vino, de comida y de amigos; tal como le encantaba al joven
Agustín. Esta ciudad deslumbró el alma inocente, pero
atrevida, de aquel conquistador.
Agustín tenía un corazón ávido de novedades y estaba
dispuesto a llenarlo lo más pronto posible. Aquella ciudad era
un paraíso para quien podía disfrutar, pues el acceso a los
placeres más exquisitos exportados de la corte imperial, solo
estaban al alcance de aquellos que gozaban de influencia o de
algún poder.
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