Page 23 - Comparto 'Vida de San Agustín' con usted
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El joven, que no se conformaba con lo poco ni su corazón se
lo permitía, trabajó y se sacrificó mucho para conseguir lo que
anhelaba. Para Agustín, era todo o nada. Además, sabía que
su ingenio estaba a su favor.
En los estudios encontró la puerta que lo conducía a donde
quisiera ir. Encontró al mejor maestro de aquel tiempo, al que
ya había visto una vez en una cantina hablándole a los amigos
de papá, y al que admiraba mucho. Con su simpatía e
inteligencia consiguió ser discípulo de aquel hombre que tenía
mucha fama.
No paró de luchar. Sus estudios eran su comida y los amigos
su debilidad. A medida que su ingenio se abastecía de
conocimiento, su cuerpo se acomodaba en el “confort” y en el
placer. Trabajo, fama, poder y placer lo retenían como a un
prisionero en aquel lugar; sin dejar por eso de sentir que algo
le faltaba. La fama llegaba a los oídos de sus padres y, lo que
para su madre debía ser una alegría, era motivo de llanto y
dolor.
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