Page 70 - Comparto 'Vida de San Agustín' con usted
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El estilo de vida en su monasterio tuvo mucha aceptación entre

                  los habitantes de aquellos lugares.




                  Sus vidas eran ligeras, simples, llenas de espíritu familiar. El


                  monasterio de Agustín tenía, en efecto, un toque de familia; es

                  como  si  entre  ellos  estaba  papá,  mamá  y  abuelos.  La


                  espontaneidad en lo que vivían y hacían era natural. Optar por

                  ser comunidad era el modo como asumían el seguimiento de

                  Jesús.




                  Entre  ellos  no  había  discordias  porque  no  había  intereses


                  personales de por medio. El ideal de uno era el ideal de todos.

                  No aspiraban a nada más que a vivir juntos y disfrutar de la


                  vida  como  amigos,  riendo  y  sufriendo  con  sus  propias

                  situaciones. Alegrándose de los descubrimientos que cada uno


                  hacía.  Era  un  proyecto  común  y  el  proyecto  común  era  el

                  proyecto  personal;  no  había  diferencia  entre  persona  y


                  comunidad, de cara al fin último que era la vida eterna; por

                  supuesto, la vida de los bienaventurados que gozan desde ya

                  del encuentro con Jesús. Cada individuo era único e irrepetible,


                  lo  que  le  permitía  a  la  comunidad  enriquecerse  con  la

                  diversidad  de  carismas.  Él  comparaba  su  monasterio  a  una


                  orquesta en la que cada quien tocaba su instrumento, pero en






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