Page 73 - Comparto 'Vida de San Agustín' con usted
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eran  interminables,  llegaban  con  todo  tipo  de  problemas:  a

                  pedir  consejos,  a  pedir  mediaciones  en  conflictos,  a  pedir


                  ayuda  económica.  Otros  obispos  le  pedían  ayuda  para  que

                  predicara en sus diócesis; otros le enviaban cartas para tratar


                  temas doctrinales, cuestiones morales, éticas y espirituales.




                  En medio del cansancio, le quedaba la satisfacción de estar en

                  casa y ser atendido por sus hermanos que lo rodeaban para

                  escucharlo  y  hacerle  preguntas.  Después  de  las  cenas,


                  aprovechaba las noches para dialogar con ellos. Sus palabras

                  eran como dardos que penetraban el corazón de los monjes.


                  Quienes vivían en régimen monástico con aquel obispo, tenían

                  la satisfacción de haber elegido lo mejor. Como padre de los


                  monjes  era  sumamente  delicado  y  tierno.  Como  obispo  se

                  preocupaba por su pueblo.




                  Durante  mucho  tiempo  en  aquella  ciudad,  un  grupo  de


                  personas  llamadas  donatistas  tenían  dividida  la  Iglesia

                  Católica; ofrecían bienes materiales a los que aceptaran ser

                  cómplices de sus mentiras. Ellos pretendían ser reconocidos


                  como santos y que la Iglesia Católica fuera reconocida como

                  pecadora.









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