Page 187 - Desde los ojos de un fantasma
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Lo dicho: afuera el ejecutivo de Smileys se encontraba cada vez más nervioso.
Se paseaba por todo el departamento presa de una creciente intranquilidad. En
un momento dado llegó a la conclusión de que su única salida sería deshacerse
de los rehenes y escapar de allí. Se puso como plazo veinte minutos. Si en ese
tiempo no tenía noticias de Míster Pro Tercero, entraría al cuartucho donde se
encontraban los cautivos y terminaría de una vez por todas con esta historia.
Sara y Juan Pablo tenían, literalmente, los minutos contados.
—Creo que ya está —anunció el fadista al cabo de un rato.
—A ver, cántalo —pidió Sara.
Cuando del cielo parezcan
caer llantos sin consuelo
alza los ojos a lo alto,
siente la lluvia en tu cuerpo.
—No, Juan Pablo —protestó la niña—, necesitamos algo en verdad horrendo.
Tan espantoso que a los Smileys les parezca bonito.
El fadista volvió a solicitar la presencia de la musa defectuosa y al cabo de un
rato tuvo lista una nueva estrofa que puso a consideración de Sara.
¡Sonríe! Y serás fuerte.
¡Sonríe! Y serás alto.