Page 191 - Desde los ojos de un fantasma
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escribir para usted —dijo el compositor señalando hacia la guitarra, que

               permanecía recargada en la pared.

               El ejecutivo dudó un momento, pero en su mente comenzaron a surgir escenas
               en las que se veía aclamado por las multitudes. “Siempre he llevado a la cumbre

               a otros, ahora es tiempo de que yo goce de ese triunfo”, pensó, y entonces liberó
               de las esposas a sus captores.

               —¡Qué emoción! —exclamó Sara con falso entusiasmo mientras lanzaba unos

               aplausitos—; seremos los primeros en escuchar a la Voz del Sentimiento.

               Juan Pablo sacó una libreta de uno de los bolsillos de la cazadora y en ella
               apuntó los horribles versos de Pessoa.


               —Aquí tiene el coro de la que será la canción más exitosa de la historia —le dijo
               al ejecutivo mientras le extendía el papel en donde había apuntado la canción.


               —De verdad que no está nada mal —anunció Míster Ex Doble una vez que leyó
               los versos—. Mi intuición de experto me dice que aquí hay algo valioso.


               Con una mirada, y sin que el ejecutivo lo notara, Sara le indicó a Juan Pablo que
               tomara la guitarra. El fadista improvisó unos acordes que pegaban muy bien con
               la métrica de los versos, y entonces Míster Ex Doble empezó a lanzar unos
               espantosos gorgoritos lastimeros.


               —¡Qué belleza!


               —¡Sublime!


               —¿De verdad les parece? —preguntó el cantante, interrumpiendo su
               interpretación.


               —Por supuesto —declaró la pequeña—. Aunque… no sé… tal vez podría…


               —Dime, dime —pidió el artista que antiguamente fue conocido con el nombre
               de Míster Ex Doble y que ahora triunfaría bajo el originalísimo mote de La Voz
               del Sentimiento.


               —Me gustaría verlo con un look un poco más moderno —dijo Sara, al tiempo
               que le extendía la nerviosa cazadora—. Póngase esto.
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