Page 83 - Desde los ojos de un fantasma
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—Es graciosa, ¿qué quiere decir?


               —Hasta ahora no lo sé. Esa es una de las obligaciones de mi trabajo: viajar por
               el mundo hasta dar con las cosas que correspondan a las palabras que invento.
               De ahora en adelante debo estar alerta, con los ojos bien abiertos, para poder

               encontrar un trombolín.

               —Debe de ser un trabajo muy complicado.


               —No tanto. Solo debes ser un buen observador.


               —¿Qué otras palabras has inventado?


               —¿Con significado o de las que aún no tienen su equivalente en el mundo?


               —Con significado.


               —Déjame ver… déjame ver… —meditó Ricardo mientras buscaba en su
               memoria alguna palabra que pudiera gustarle a su nuevo amigo—. Ah, ya sé:
               eclipsilla.


               —¿Y eso qué es?

               —Es una silla que sirve para contemplar eclipses con toda comodidad y sin el

               peligro de perder la vista, ya que viene integrada con unos lentes especiales para
               proteger los ojos. La inventó un señor en Paraguay.


               —¡Qué interesante!

               —Tengo más; por ejemplo, cangurista: experto en canguros.


               —Otra —pidió Fernando, porque las palabras de su amigo comenzaban a
               gustarle mucho.


               —Filinéforo.


               —¿Y eso qué es?


               —Es un nombre propio que inventé y que ha gustado mucho. En México hay un
               pueblo en el que todos los niños son bautizados así. El lugar se llama Santa
               Ventura de los Filinéforos.
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