Page 79 - Desde los ojos de un fantasma
P. 79

—Eso lo leímos en los periódicos del otro día, creo que sucedió en Belém —dijo

               Antonio, acompañando su comentario con esa sonrisa irónica que se emplea para
               señalar que algo es completamente falso.

               —Eso sucedió en casa de mi tío Rui: degollaste a Cupido y con la cabeza rota

               que rodó por el suelo quisiste anotar un gol en la mesa del salón.

               —¡Imposible! ¡Es una calumnia!


               —A pesar de todo mi tío permanecía tranquilo —continuó don José detallando
               los hechos de aquella fatídica visita—. Lo que colmó su paciencia fue que al
               cruzar la cabeza por debajo de la mesa arremetiste contra mi tía Dorotea, a la que
               habías confundido con el árbitro, reclamándole de fea forma que hubiera

               marcado un fuera de lugar.

               —Si esta historia fuera real tú habrías intervenido para que el asunto no pasara a
               mayores —se justificó don Antonio.


               —No intervine porque estaba atento a la narración del partido. Los húngaros nos
               atacaban y no podía despegarme del radio. Con el silbatazo final pude
               reaccionar… pero era demasiado tarde —se lamentó don José—: mi tía te

               perseguía tratando de golpearte con lo que quedaba del Cupido, mientras que mi
               tío me reclamaba que hubiera llevado un loco a su casa para echarle a perder el
               partido.


               —Todo eso lo leímos días después en El Informador —dijo don Antonio para
               sostener la tesis de que aquella historia no le había sucedido a él.


               —En efecto, lo leímos en El Informador. En un reportaje que mostraba cómo la
               locura se había desbordado por toda Lisboa a raíz de la final de la Recopa. La
               nota se ilustraba con una fotografía tuya y de mi tía haciendo las paces junto a la
               estatuilla restaurada. Esa foto debe de andar todavía por ahí. Seguro está
               guardada entre las páginas de un libro.


               —¡Ataque de histeria! ¡Cupido sin cabeza! ¿De qué hablas? ¡Son puras
               fantasías!


               —Acabamos escuchando el juego de desempate a través de unos megáfonos
               gigantes que instalaron en la Plaza del Comercio.
   74   75   76   77   78   79   80   81   82   83   84