Page 77 - Desde los ojos de un fantasma
P. 77
—No, hombre: el día del empate a tres contra los húngaros.
—13 de mayo de 1964.
Y vuelta a empezar…
Don José era alto, pelón, usaba lentes y siempre vestía de traje. No importa bajo
qué circunstancia se encontrara, don José siempre aparecía ataviado con un traje.
Siempre.
Don José vivía en un pequeño ático del último piso de la pensión. Como dormía
solo, nadie podía asegurar que no usara piyama con saco y una vistosa corbata
de lunas y estrellitas.
Don Antonio, por su parte, ni usaba lentes ni era pelón. Era casi tan alto como
don José pero con una complexión más robusta. Digamos que era ligeramente
ovalado. También le gustaba usar saco y corbata pero no era tan obstinado como
don José, por lo que no podríamos imaginar a don Antonio durmiendo con el
ridículo traje-piyama con el que ya hemos calumniado a su compañero de
recepción.
Siguiendo los parámetros de descripción de esta historia, diremos que don José
era un semáforo en rojo con corbata y mocasines de borlitas, mientras que don
Antonio era un huevo de Pascua vestido de domingo.
—Faltando dos minutos para el final del partido el radio comenzó a echar humo
—recordó con pesar don José.
—Te dije que compráramos un aparato japonés —reprendió don Antonio a su
compañero como si la tragedia del radio averiado acabara de suceder hacía
apenas unos días y no casi cincuenta años atrás.
—En ese entonces los aparatos japoneses eran muy malos.
—Yo, que siempre estoy bien informado, había leído en una revista que en Japón
comenzaban a preocuparse por la calidad.