Page 27 - Cuentos del derecho… y del revés. Historias sobre los derechos de los niños
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el hombro hasta el codo. Lui tragó saliva antes de preguntar.


               —¿Eso...? —No tuvo que terminar la pregunta.


               —Sí. Te digo que me fue remal. ¡Y esto no es nada!


               Jimena se dio vuelta y se levantó la playera. El color de su brazo se extendía a lo
               largo de casi toda la espalda. Parecía un gran mapa morado. La geografía del
               enojo de la abuela. En algunos sitios Lui pudo ver la forma de la mano enorme,
               más oscura donde tal vez había un anillo. Sintió unas lágrimas que subían por su
               garganta y, aunque quiso evitarlo, salieron en silencio de sus ojos.


               —¿Te pegaron mucho también? —preguntó Jimena. Lui negó con la cabeza y se
               limpió las mejillas—. Lo bueno es que ya casi no me duele, pero todo el fin de
               semana tuve que dormir boca abajo, en serio.


               Lui quería decir algo, pero no supo qué.


               —¡¡¡Lui, pásame una toalla!!! —Se oyó el grito desde la habitación de sus
               papás.


               Jimena tronó la boca con decepción.


               —Bueno, a ver si me puedo escapar mañana como a esta hora.


               Lui estuvo callada toda la cena y todo el día siguiente en la escuela. Tenía tantas
               inquietudes... Lo bueno es que también tenía una señorita Paloma, que era ideal
               para eso. Lui se lo contó todo como si fuera algo que había visto en una película.
               Sin embargo, es probable que la señorita Paloma tuviera sus dudas.


               —¿Sabes que eso no está bien? Nadie tiene el derecho de golpear a una niña —
               dijo cuando Lui terminó de hablar.


               —Pero era su abuelita.


               —Nadie, ni su abuelita, incluso ni sus papás. La niña de la película, así como tú
               o como cualquiera, podría denunciar a ese adulto. Y ese adulto, dependiendo de
               qué tanto la haya lastimado, podría hasta ir a la cárcel. ¿Sabías?


               Lui negó con la cabeza. A eso y a la pregunta que después hizo la señorita
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