Page 151 - Fantasmas, espectros y otros trapos sucios
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Sentí que se me revolvía la panza pero no hice ningún comentario, mi madre
evaluó que no iba a necesitar psicóloga de nuevo, así que siguió:
—Sus restos estaban en el desierto, ya los trasladaron… Pobrecito del tío
Chema; al fin va a tener una sepultura decente.
Tenía ganas de preguntar un montón de cosas: “¿Vieron al fantasma? ¿Mandó
algún recado para mí? ¿Va a volver a su casa?”, pero no dije nada, simplemente
puse la cara de tristeza que ameritaba la ocasión.
—Pero eso no es todo… —interrumpió mi padre con voz temblorosa—.
También encontraron su equipaje. Llevaba el portafolio de piel de lagarto donde
guardaba sus documentos más importantes, como su identificación, tipo de
sangre, boletas de primaria…
—…y testamento… —señaló mi madre.
—De eso es precisamente de lo que queremos hablarte. —Mi padre se sirvió otra
taza de té.
Entonces me di cuenta de un detalle. Sí, era cierto, mis padres estaban muy
alterados, pero no porque sucediera algo malo…
—Según el notario tú eres el heredero del tío —reveló mi padre al fin.
—¿Yo? ¿Y por qué? —pregunté confundido.
—Nadie lo sabe —reconoció mi padre—. Tal vez porque le seguías la corriente.
Mis padres no pudieron evitar sonreír.
—Pero tampoco te ilusiones demasiado. —Mi madre se tranquilizó—. Lo único
que tenía Chema era esa horrible casa…
—… llena de basura —completó mi padre—. Lo que vale es el terreno. Tiene
excelente ubicación y una constructora nos ofreció dinero para hacer un edificio
de oficinas.
—Mucho dinero —repitió mi madre para sí.