Page 148 - Fantasmas, espectros y otros trapos sucios
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miedoso y travieso. Había llegado el momento de que supieran que no existían
angelitos tocando el arpa, solo espectros hechos y derechos.
—Estuve con el tío Chema —confesé sin más rodeos—. Me pidió que limpiara
su casa y a cambio me contó historias de terror. Ya lo conocen, no da nada gratis.
Mis padres me miraron con un profundo silencio, se podían escuchar hasta los
grillos del jardín. Finalmente mi padre lanzó un resoplido:
—Ese es el peor pretexto que he escuchado en mi vida —dijo.
—Estoy diciendo la verdad —insistí—, es un poco raro pero…
—Tito, no es bueno jugar con la memoria de los muertos —me amonestó mi
madre.
—Pero les juro que es cierto —insistí—. Estuve con el tío Chema, bueno, con su
espíritu. ¿Qué no lo ven?
Mis padres intercambiaron una mirada, esta vez de alarma. Hasta el grillito del
jardín se calló.
—Está aquí mismo… —Me giré y descubrí la sala vacía—. Bueno… tal vez se
fue flotando a su cuarto, seguro fue a traer un guaje fantasmal. Yo también me
asusté al principio, pero luego lo entendí. ¿Sabían que hay fantasmas que tienen
un hechizo de obediencia? Por cierto, ¿han oído hablar de una revolucionaria
llamada Edmunda Pérez? Era guardiana de fantasmas, el tío me contó su historia
y otras cosas que jamás imaginé. ¿Sabían que lo que llamamos monstruos es una
raza inteligente que desciende de las lagartijas? Ah, antes de que se me olvide,
mamá, ya no uses la lavadora a menos que tenga filtro atrapapelusa, porque se
puede meter un arrullero, parece un oso de felpa pero es un tipo de insecto
vampiro…
Mis padres ya no parecían molestos. Mi madre me tocó la frente.
—No estoy enfermo —repliqué ofendido—, lo que digo es verdad, pregúntenle
al tío, debe de estar cerca, en su cuarto o en la habitación de huéspedes… No sé
por qué se escondió… ¡Tío Chema!
—Tito, ya es hora de que nos vayamos —sugirió mi padre.