Page 144 - Fantasmas, espectros y otros trapos sucios
P. 144
que a Gil se le ocurrió abrir la tapa con el palo de una escoba.
Ni rastro de las sanguijuelas. Dentro había solo sábanas húmedas… y una
cobijita de estambre naranja que nadie había visto jamás.
—¡Lo conseguimos! —sollozó Marina.
—Vencimos a esos monstruos —rio Tobías mientras se enjugaba las lágrimas
con la cobijita.
—¡Espera… no la toques! —le gritó Gil.
El niño le arrebató la cobijita naranja y la arrojó al suelo.
—No toques nada que aparezca en la lavadora —le explicó—. No sabemos a
quién pertenece o si está contaminada como los osos de felpa.
Entonces los niños observaron detenidamente la cobijita naranja. Entre el
estambre había una pequeña lombriz del mismo color, y el bicho estaba
hambriento.
En ese momento recordaron todo lo demás: el gorro de lana, la bufanda roja, el
sombrero de lentejuelas, la corbata de moño, el chal azul… Ellos se salvaron a
tiempo ¿pero y sus padres? ¿En verdad habían vencido a los bichos?
Esperaron a sus padres durante toda la noche, y pasó el fin de semana sin que
recibieran noticias de ellos; entonces, al tercer día, dos vehículos se estacionaron
frente a la Torre-Kosmos. Uno era una patrulla de policía y el otro, una
camioneta blanca…
De esas que trasladan niños al orfanato.