Page 141 - Fantasmas, espectros y otros trapos sucios
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—Hay algo en el fondo —murmuró Gil.


               —Es el vampiro —gimió Tobías.


               —No… más bien parece…


               Marina no terminó la frase. Una cosa oscura y pegajosa saltó sobre ella. Gil y
               Tobías gritaron aterrados.


               Se trataba de una enorme babosa negra, del tamaño de un puño; tenía ventosas
               del lado inferior y una boca cuajada con agudos dientecillos. El bicho se adhirió
               a la oreja derecha de la niña.


               —¡Quítenmela! —gritó Marina, aterrada—. ¡Por favor! ¡Ayúdenme!


               Marina se desplomó en el suelo súbitamente dormida, mientras que el insecto se
               metía debajo de su ropa.


               Tobías no dejaba de gritar. Gil tomó una cuchilla del filomátic y sin pensarlo la
               hundió en la blusa de la niña. De inmediato comenzó a brotar un líquido verdoso
               acompañado de un repulsivo olor.


               Marina tardó un par de minutos en despertar, le colgaba del ombligo una masa
               viscosa. Los dos niños le ayudaron a quitársela; a pesar de estar muerta, la
               criatura había clavado sus colmillos profundamente en la piel.


               —No es un vampiro —observó Gil—, aunque se le parece; es una vil
               sanguijuela…


               —Pero saben cantar —recordó Tobías confundido.


               —Y eso no es lo peor —observó Marina—. Se esconden en los osos de felpa. No
               son cualquier bicho, estos son inteligentes.

               Dentro de lo raro de la situación, las cosas empezaron a tener sentido.


               —Tenemos que destruirlos —dijo Gil con urgencia.


               Entonces los tres niños voltearon a ver los dos osos restantes. Una sensación de
               pánico los invadió:
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