Page 113 - Llaves a otros mundos
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—¿Pero cómo se enteró?


               Rocco sacudió la cabeza.


               —Cualquiera de mis hipótesis es grave, Ana. O hay un espía entre nosotros… —
               y todos en el bosque susurraron un no general— o el brujo puede ver muy de
               cerca tus pasos.


               Esas palabras bastaron para que Ana sospechara de cierto artefacto que la había
               acompañado durante todos sus viajes.


               —¡La computadora! —gritó Ana ante la mirada angustiada de Rocco.


               —¡Claro, le he estado informando todo cada vez que escribo en mi bitácora! —
               después de gritar, Ana siguió razonando y recordó todo lo que había pasado con
               su computadora. Se cubrió la cabeza con las manos y dijo:


               —Es mi culpa. Todo esto es mi culpa —y comenzó a llorar. Se escuchó un «No
               llores» colectivo y Rocco la abrazó fuertemente.


               —Calma, Ana —la tranquilizó—. No es culpa de nadie. Hiciste más que ningún
               otro ser por nosotros. Estamos aquí para defendernos, pero también para
               ayudarte. No podríamos comenzar a devolverte el favor ni salvando mil veces tu
               mundo.


               Con esto, Ana empezó a sentirse en efecto mucho más tranquila, pero sobre todo
               confiada en su capacidad de ayudar a los otros, solucionar problemas y salvar del
               brujo a su propio mundo. Abrazó a Rocco con una mezcla de entusiasmo y
               nerviosismo.


               Todos a su alrededor exclamaron un «Aaaahhhh» de ternura, que un grito
               interrumpió.


               —¡Hey! ¡Más vale apurarnos porque ya casi es hora!


               —¿Y la nube roja? —preguntó Ana.


               —La nube te quiere solo a ti —aclaró Rocco. Créeme, la vi contigo. No le
               importa nada más que capturarte.
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