Page 112 - Llaves a otros mundos
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—¿En serio? ¿Cómo?
—Mira tu mundo. Y mira este lado de la puerta. Acá solo hay mundos
separados. Plantas por un lado, animales por otro, máquinas más allá… pero
nunca juntos. En cambio, en tu mundo se encuentra el completo equilibrio entre
todos. Y ese equilibrio, Ana, es lo que faltaba de este lado. Abriste las puertas
para que todos se conocieran, y pronto se formará de este lado de tu puerta un
mundo tan diverso como el tuyo.
—Pero dijiste que había miles de mundos. Yo no visité tantos —replicó Ana.
—Pero abriste las puertas, esparciste la información —contestó Rocco,
señalando a los pájaros—. Los mundos que el brujo tiene en su poder ya no
podrán ignorar que existen los demás y que, juntos, podremos resistirnos a él.
¡Le podemos ganar!
Y cuando terminó de hablar, el bosque se llenó de aplausos, gritos y porras:
«¡Rocco, Rocco, Ana, Ana!» era el clamor general.
Ana no hizo mucho caso y lanzó una pregunta al aire:
—Pero si ya se arregló todo, ¿por qué están ustedes aquí? Y, pensándolo bien, si
juntos somos tan poderosos, ¿por qué vi una nube roja destructora en mi mundo?
De inmediato todos callaron. Rocco la miró preocupado y dijo:
—Ana, Bruno Rufián ha llegado a tu mundo para destruirlo.
—Sí, eso ya lo sé desde hace mucho —comentó Ana, impaciente.
—Lo que tienes que saber ahora es por qué y cómo quiere destruirlo. Su saña
con tu mundo es más que nada porque ahí habita el único ser que lo puede
vencer.
Ana ató cabos y un poco incrédula dijo:
—¿A poco soy yo? No, Rocco, piensa bien tus conclusiones.
—Bueno, las pensaré —contestó él.