Page 76 - Llaves a otros mundos
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Mientras los mundos no estén organizados, el mapa no estará completo y no
podrás cumplir tu misión.
—¿Cómo? —los dos habían comenzado a gritar pues el ruido de los ganchos era
cada vez más ensordecedor. Tenía cierto ritmo, como un desfile militar,
acercándose poco a poco.
—No basta con que estén ahí. Para que evolucionen hay que acercarlos. Esa es
tu misión, ayudarles a acercarse. Ahora, guarda la compu, saca la llave. En
cuanto te diga, corres a la puerta y te vas. A mí no me hacen nada, pero estoy
seguro de que vienen por ti.
—¿Y cómo le hago? ¿Y para qué evolucionan los mundos? — tenía que usar
prácticamente todo el aire de sus pulmones, además de lenguaje de señas, pues la
marcha militar se había vuelto una mezcla de cadenas, de maquinaria pesada que
se arrastraba hacia ellos. La poca luz de la sala fue desvaneciéndose.
Todo quedó en oscuridad y silencio.
—Ay, esto está mal, esto está mal —susurró su padre—. Vete ya.
—No, quiero luchar contra el brujo —contestó ella.
—Es que este no es Bruno, es uno de sus sirvientes —replicó él, apurado—.
Créeme que lo enfrentarás, de hecho eso has estado haciendo. Haz lo que te digo
y solito llegará a ti. Ahora, ¡vete!
Ana le dio un beso, tomó sus cosas, y en la carrera hacia la puerta tiró un par de
muebles de la sala oscurecida. Tras ella comenzaron a caer ganchos, que como
misiles se incrustaban en la alfombra, en la pared. Ana insertó a Trece cuando la
sala se llenaba de ganchos que rodeaban a su padre inmóvil, pero sin causarle un
solo rasguño.